lunes, 29 de septiembre de 2014

LA MEDITACIÓN DE HOY...




LA MEDITACIÓN DE HOY…

 El que  coma  mi  carne y  beba  mi  sangre permanece en mí y yo  en él.
A mi  Cristo  amado  quien es mi  poesía, mi música, fe e  inspiración de mi  plegaria,  mi promesa de amor sin fin, te alabo y bendigo cada instante de mi vida… Tú quien no dejas dudas en mi mente cuando busco  tu consejo , Tú mi cálido regazo , quien en la dulce paz de sus promesas alienta mi vida, Tú único Salvador  quien  vuelve a inclinar sus  brazos para cargarme en el sufrimiento o las  caídas… déjame seguirte sin reservas! sin nada que ate esta débil voluntad, sin mascarás que disfracen la dicotomía de mi ser!!  Hoy  Padre  dispongo   todo aquello que está dentro del alma mía, para que sanes  y  remuevas las  fuerzas que me transformen de mi precaria condición a  un apóstol  ungido de ti.
 A ti  Padre me  dispongo con entera voluntad,  sin  condiciones ni reproches vengo  con el   rostro avergonzado  por llamarte tantas veces Padre y hacerme    sordo como  niño  a tu voluntad , perdón hoy te pido por mi espíritu adormecido con pretextos que inclinan la balanza a mi caprichosa voluntad, perdóname Señor, restáurame y fortaléceme para no ser cómplice  de un  mundo turbulento que hoy  ultraja  la dignidad, endiosa y adula el poder,  disfraza la palabra sinceridad con ironía e  hiriente opinión, donde el conocimiento suele volverse pretencioso, la responsabilidad hoy …  intimida, hoy mi Padre la belleza se manipula en la búsqueda de  una aceptación que en el  interior no existe ni llegará si no me reconozco  como una obra perfecta a tu imaginación!! Donde el amor es sinónimo de condición, donde  una sonrisa o un beso  cubre la falsedad de los juicios, los credos se usan como pretexto  para desencadenar como en Caín y Abel el  odio, la envidia e intereses desenfrenados que  importan  para obtener el placer  de dominar al otro, hoy  se ahoga en desesperación al hermano y se cubren de sangre inocente las fronteras de la irracionalidad, volvemos victimas a los indefensos aunque sean ellos sangre de nuestras entrañas.  Oh   Espíritu Santo manda tu fuego calcina ofensas y sacrilegios que en tu nombre se realizan.
 Mi Padre bueno déjame permanecer en tu orilla, lavar tus heridas  creer esperar y confiar en ti,  a la sombra del manto de  mi dulce Virgen María quiero caminar, Señor no mires si tropiezo si no mira mis  intentos,  lávame  con tu preciosa sangre, sedúceme con el misterio de tu pasión,  restáurame con tus palabras y ámame como soy !!!.
 Amén


Rocío Rio

sábado, 27 de septiembre de 2014

PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN EL CIELO...




CUARTA PARTE

LA ORACIÓN CRISTIANA
SEGUNDA SECCIÓN 

LA ORACIÓN DEL SEÑOR:
“PADRE NUESTRO”


ARTÍCULO 2

“PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN EL CIELO”



I. Acercarse a Él con toda confianza
2777 En la liturgia romana, se invita a la asamblea eucarística a rezar el Padre Nuestro con una audacia filial; las liturgias orientales usan y desarrollan expresiones análogas: “Atrevernos con toda confianza”, “Haznos dignos de”. Ante la zarza ardiendo, se le dijo a Moisés: “No te acerques aquí. Quita las sandalias de tus pies” (Ex 3, 5). Este umbral de la santidad divina, sólo lo podía franquear Jesús, el que “después de llevar a cabo la purificación de los pecados” (Hb 1, 3), nos introduce en presencia del Padre: “Hénos aquí, a mí y a los hijos que Dios me dio” (Hb 2, 13):
«La conciencia que tenemos de nuestra condición de esclavos nos haría meternos bajo tierra, nuestra condición terrena se desharía en polvo, si la autoridad de nuestro mismo Padre y el Espíritu de su Hijo, no nos empujasen a proferir este grito: “Abbá, Padre” (Rm 8, 15) ... ¿Cuándo la debilidad de un mortal se atrevería a llamar a Dios Padre suyo, sino solamente cuando lo íntimo del hombre está animado por el Poder de lo alto?» (San Pedro Crisólogo,Sermón 71, 3).
2778 Este poder del Espíritu que nos introduce en la Oración del Señor se expresa en las liturgias de Oriente y de Occidente con la bella palabra, típicamente cristiana: parrhesia, simplicidad sin desviación, conciencia filial, seguridad alegre, audacia humilde, certeza de ser amado (cf Ef 3, 12; Hb 3, 6; 4, 16; 10, 19; 1 Jn 2,28; 3, 21; 5, 14).
II. “¡Padre!”
2779 Antes de hacer nuestra esta primera exclamación de la Oración del Señor, conviene purificar humildemente nuestro corazón de ciertas imágenes falsas de “este mundo”. Lahumildad nos hace reconocer que “nadie conoce al Padre, sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar”, es decir “a los pequeños” (Mt 11, 25-27). La purificación del corazón concierne a imágenes paternales o maternales, correspondientes a nuestra historia personal y cultural, y que impregnan nuestra relación con Dios. Dios nuestro Padre transciende las categorías del mundo creado. Transferir a Él, o contra Él, nuestras ideas en este campo sería fabricar ídolos para adorar o demoler. Orar al Padre es entrar en su misterio, tal como Él es, y tal como el Hijo nos lo ha revelado:
«La expresión Dios Padre no había sido revelada jamás a nadie. Cuando Moisés preguntó a Dios quién era Él, oyó otro nombre. A nosotros este nombre nos ha sido revelado en el Hijo, porque este nombre implica el nuevo nombre del Padre» (Tertuliano, De oratione, 3, 1).
2780 Podemos invocar a Dios como “Padre” porque Él nos ha sido revelado por su Hijo hecho hombre y su Espíritu nos lo hace conocer. Lo que el hombre no puede concebir ni los poderes angélicos entrever, es decir, la relación personal del Hijo hacia el Padre (cf Jn 1, 1), he aquí que el Espíritu del Hijo nos hace participar de esta relación a quienes creemos que Jesús es el Cristo y que hemos nacido de Dios (cf 1 Jn 5, 1).
2781 Cuando oramos al Padre estamos en comunión con Él y con su Hijo, Jesucristo (cf 1 Jn1, 3). Entonces le conocemos y lo reconocemos con admiración siempre nueva. La primera palabra de la Oración del Señor es una bendición de adoración, antes de ser una imploración. Porque la Gloria de Dios es que nosotros le reconozcamos como “Padre”, Dios verdadero. Le damos gracias por habernos revelado su Nombre, por habernos concedido creer en Él y por haber sido habitados por su presencia.
2782 Podemos adorar al Padre porque nos ha hecho renacer a su vida al adoptarnos como hijos suyos en su Hijo único: por el Bautismo nos incorpora al Cuerpo de su Cristo, y, por la Unción de su Espíritu que se derrama desde la Cabeza a los miembros, hace de nosotros “cristos”:
«Dios, en efecto, que nos ha destinado a la adopción de hijos, nos ha conformado con el Cuerpo glorioso de Cristo. Por tanto, de ahora en adelante, como participantes de Cristo, sois llamados “cristos” con todo derecho» (San Cirilo de Jerusalén, Catecheses mystagogicae, 3, 1).
«El hombre nuevo, que ha renacido y vuelto a su Dios por la gracia, dice primero: “¡Padre!”, porque ha sido hecho hijo» (San Cipriano de Cartago, De dominica Oratione, 9).
2783 Así pues, por la Oración del Señor, hemos sido revelados a nosotros mismos al mismo tiempo que nos ha sido revelado el Padre (cf GS 22):
«Tú, hombre, no te atrevías a levantar tu cara hacia el cielo, tú bajabas los ojos hacia la tierra, y de repente has recibido la gracia de Cristo: todos tus pecados te han sido perdonados. De siervo malo, te has convertido en buen hijo [...] Eleva, pues, los ojos hacia el Padre que te ha rescatado por medio de su Hijo y di: Padre nuestro [...] Pero no reclames ningún privilegio. No es Padre, de manera especial, más que de Cristo, mientras que a nosotros nos ha creado. Di entonces también por medio de la gracia: Padre nuestro, para merecer ser hijo suyo» (San Ambrosio, De sacramentis, 5, 19).
2784 Este don gratuito de la adopción exige por nuestra parte una conversión continua y unavida nueva. Orar a nuestro Padre debe desarrollar en nosotros dos disposiciones fundamentales:
El deseo y la voluntad de asemejarnos a él. Creados a su imagen, la semejanza se nos ha dado por gracia y tenemos que responder a ella.
«Es necesario acordarnos, cuando llamemos a Dios “Padre nuestro”, de que debemos comportarnos como hijos de Dios» (San Cipriano de Cartago, De Dominica oratione, 11).
«No podéis llamar Padre vuestro al Dios de toda bondad si mantenéis un corazón cruel e inhumano; porque en este caso ya no tenéis en vosotros la señal de la bondad del Padre celestial» (San Juan Crisóstomo, De angusta porta et in Oratione dominicam, 3).
«Es necesario contemplar continuamente la belleza del Padre e impregnar de ella nuestra alma» (San Gregorio de Nisa, Homiliae in Orationem dominicam, 2).
2785 Un corazón humilde y confiado que nos hace volver a ser como niños (cf Mt 18, 3); porque es a “los pequeños” a los que el Padre se revela (cf Mt 11, 25):
«Es una mirada a Dios y sólo a Él, un gran fuego de amor. El alma se hunde y se abisma allí en la santa dilección y habla con Dios como con su propio Padre, muy familiarmente, en una ternura de piedad en verdad entrañable» (San Juan Casiano, Conlatio 9, 18).
«Padre nuestro: este nombre suscita en nosotros todo a la vez, el amor, el gusto en la oración [...] y también la esperanza de obtener lo que vamos a pedir [...] ¿Qué puede Él, en efecto, negar a la oración de sus hijos, cuando ya previamente les ha permitido ser sus hijos?» (San Agustín, De sermone Domini in monte, 2, 4, 16).
III. Padre “nuestro”
2786 Padre “nuestro” se refiere a Dios. Este adjetivo, por nuestra parte, no expresa una posesión, sino una relación totalmente nueva con Dios.
2787 Cuando decimos Padre “nuestro”, reconocemos ante todo que todas sus promesas de amor anunciadas por los profetas se han cumplido en la nueva y eterna Alianza en Cristo: hemos llegado a ser “su Pueblo” y Él es desde ahora en adelante “nuestro Dios”. Esta relación nueva es una pertenencia mutua dada gratuitamente: por amor y fidelidad (cf Os 2, 21-22; 6, 1-6) tenemos que responder a la gracia y a la verdad que nos han sido dadas en Jesucristo (cf Jn 1, 17).
2788 Como la Oración del Señor es la de su Pueblo en los “últimos tiempos”, ese “nuestro” expresa también la certeza de nuestra esperanza en la última promesa de Dios: en la nueva Jerusalén dirá al vencedor: “Yo seré su Dios y él será mi hijo” (Ap 21, 7).
2789 Al decir Padre “nuestro”, es al Padre de nuestro Señor Jesucristo a quien nos dirigimos personalmente. No dividimos la divinidad, ya que el Padre es su “fuente y origen”, sino confesamos que eternamente el Hijo es engendrado por Él y que de Él procede el Espíritu Santo. No confundimos de ninguna manera las Personas, ya que confesamos que nuestra comunión es con el Padre y su Hijo, Jesucristo, en su único Espíritu Santo. La Santísima Trinidad es consubstancial e indivisible. Cuando oramos al Padre, le adoramos y le glorificamos con el Hijo y el Espíritu Santo.
2790 Gramaticalmente, “nuestro” califica una realidad común a varios. No hay más que un solo Dios y es reconocido Padre por aquéllos que, por la fe en su Hijo único, han renacido de Él por el agua y por el Espíritu (cf 1 Jn 5, 1; Jn 3, 5). La Iglesia es esta nueva comunión de Dios y de los hombres: unida con el Hijo único hecho “el primogénito de una multitud de hermanos” (Rm 8, 29) se encuentra en comunión con un solo y mismo Padre, en un solo y mismo Espíritu (cf Ef 4, 4-6). Al decir Padre “nuestro”, la oración de cada bautizado se hace en esta comunión: “La multitud [...] de creyentes no tenía más que un solo corazón y una sola alma” (Hch 4, 32).
2791 Por eso, a pesar de las divisiones entre los cristianos, la oración al Padre “nuestro” continúa siendo un bien común y un llamamiento apremiante para todos los bautizados. En comunión con Cristo por la fe y el Bautismo, los cristianos deben participar en la oración de Jesús por la unidad de sus discípulos (cf UR 8; 22).
2792 Por último, si recitamos en verdad el “Padre nuestro”, salimos del individualismo, porque de él nos libera el Amor que recibimos. El adjetivo “nuestro” al comienzo de la Oración del Señor, así como el “nosotros” de las cuatro últimas peticiones no es exclusivo de nadie. Para que se diga en verdad (cf Mt 5, 23-24; 6, 14-16), debemos superar nuestras divisiones y los conflictos entre nosotros.
2793 Los bautizados no pueden rezar al Padre “nuestro” sin llevar con ellos ante Él todos aquellos por los que el Padre ha entregado a su Hijo amado. El amor de Dios no tiene fronteras, nuestra oración tampoco debe tenerla (cf. NA 5). Orar a “nuestro” Padre nos abre a dimensiones de su Amor manifestado en Cristo: orar con todos los hombres y por todos los que no le conocen aún para que “estén reunidos en la unidad” (Jn 11, 52). Esta solicitud divina por todos los hombres y por toda la creación ha inspirado a todos los grandes orantes: tal solicitud debe ensanchar nuestra oración en un amor sin límites cuando nos atrevemos a decir Padre “nuestro”.
IV. “Que estás en el cielo”
2794 Esta expresión bíblica no significa un lugar [“el espacio”] sino una manera de ser; no el alejamiento de Dios sino su majestad. Dios Padre no está “en esta o aquella parte”, sino “por encima de todo” lo que, acerca de la santidad divina, puede el hombre concebir. Como es tres veces Santo, está totalmente cerca del corazón humilde y contrito:
«Con razón, estas palabras “Padre nuestro que estás en el Cielo” hay que entenderlas en relación al corazón de los justos en el que Dios habita como en su templo. Por eso también el que ora desea ver que reside en él Aquel a quien invoca» (San Agustín, De sermone Dominici in monte, 2, 5, 18).
«El “cielo” bien podía ser también aquéllos que llevan la imagen del mundo celestial, y en los que Dios habita y se pasea» (San Cirilo de Jerusalén,Catecheses mystagogicae, 5, 11).
2795 El símbolo del cielo nos remite al misterio de la Alianza que vivimos cuando oramos al Padre. Él está en el cielo, es su morada, la Casa del Padre es, por tanto, nuestra “patria”. De la patria de la Alianza el pecado nos ha desterrado (cf Gn 3) y hacia el Padre, hacia el cielo, la conversión del corazón nos hace volver (cf Jr 3, 19-4, 1a; Lc 15, 18. 21). En Cristo se han reconciliado el cielo y la tierra (cf Is 45, 8; Sal 85, 12), porque el Hijo “ha bajado del cielo”, solo, y nos hace subir allí con Él, por medio de su Cruz, su Resurrección y su Ascensión (cfJn 12, 32; 14, 2-3; 16, 28; 20, 17; Ef 4, 9-10; Hb 1, 3; 2, 13).
2796 Cuando la Iglesia ora diciendo “Padre nuestro que estás en el cielo”, profesa que somos el Pueblo de Dios “sentado en el cielo, en Cristo Jesús” (Ef 2, 6), “ocultos con Cristo en Dios” (Col 3, 3), y, al mismo tiempo, “gemimos en este estado, deseando ardientemente ser revestidos de nuestra habitación celestial” (2 Co 5, 2; cf Flp 3, 20; Hb 13, 14):
«Los cristianos están en la carne, pero no viven según la carne. Pasan su vida en la tierra, pero son ciudadanos del cielo» (Epistula ad Diognetum, 5, 8-9).

jueves, 18 de septiembre de 2014

MAGNIFICAT


                                           

                                        FRAGMENTO DE LA CARTA ENCÍCLICA     
                                               REDEMPTORIS MATER 
                                                       DEL SUMO PONTÍFICE 
                                                             JUAN PABLO II 
                                              SOBRE LA BIENAVENTURADA
                                                            VIRGEN MARÍA 
                                       EN LA VIDA DE LA IGLESIA PEREGRINA


El Magníficat de la Iglesia en camino

35. La Iglesia, pues, en la presente fase de su camino, trata de buscar la unión de quienes profesan su fe en Cristo para manifestar la obediencia a su Señor que, antes de la pasión, ha rezado por esta unidad. La Iglesia « va peregrinando ..., anunciando la cruz del Señor hasta que venga ».87 « Caminando, pues, la Iglesia en medio de tentaciones y tribulaciones, se ve confortada con el poder de la gracia de Dios, que le ha sido prometida para que no desfallezca de la fidelidad perfecta por la debilidad de la carne, antes al contrario, persevere como esposa digna de su Señor y, bajo la acción del Espíritu Santo, no cese de renovarse hasta que por la cruz llegue a aquella luz que no conoce ocaso ».88
La Virgen Madre está constantemente presente en este camino de fe del Pueblo de Dios hacia la luz. Lo demuestra de modo especial el cántico del Magníficat que, salido de la fe profunda de María en la visitación, no deja de vibrar en el corazón de la Iglesia a través de los siglos. Lo prueba su recitación diaria en la liturgia de las Vísperas y en otros muchos momentos de devoción tanto personal como comunitaria.
« Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí;
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos,
enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre »
(Lc 1, 46-55).
36. Cuando Isabel saludó a la joven pariente que llegaba de Nazaret, María respondió con el Magníficat. En el saludo Isabel había llamado antes a María « bendita » por « el fruto de su vientre », y luego « feliz » por su fe (cf. Lc 1, 42. 45). Estas dos bendiciones se referían directamente al momento de la anunciación. Después, en la visitación, cuando el saludo de Isabel da testimonio de aquel momento culminante, la fe de María adquiere una nueva conciencia y una nueva expresión. Lo que en el momento de la anunciación permanecía oculto en la profundidad de la « obediencia de la fe », se diría que ahora se manifiesta como una llama del espíritu clara y vivificante. Las palabras usadas por María en el umbral de la casa de Isabel constituyen una inspirada profesión le su fe, en la que la respuesta a la palabra de la revelación se expresa con la elevación espiritual y poética de todo su ser hacia Dios. En estas sublimes palabras, que son al mismo tiempo muy sencillas y totalmente inspiradas por los textos sagrados del pueblo de Israel,89 se vislumbra la experiencia personal de María, el éxtasis de su corazón. Resplandece en ellas un rayo del misterio de Dios, la gloria de su inefable santidad, el eterno amor que, como un don irrevocable, entra en la historia del hombre.
María es la primera en participar de esta nueva revelación de Dios y, a través de ella, de esta nueva « autodonación » de Dios. Por esto proclama: « ha hecho obras grandes por mí; su nombre es santo ». Sus palabras reflejan el gozo del espíritu, difícil de expresar: « se alegra mi espíritu en Dios mi salvador ». Porque « la verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre ... resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la revelación ».90 En su arrebatamiento María confiesa que se ha encontrado en el centro mismo de esta plenitud de Cristo. Es consciente de que en ella se realiza la promesa hecha a los padres y, ante todo, « en favor de Abraham y su descendencia por siempre »; que en ella, como madre de Cristo, converge toda la economía salvífica, en la que, « de generación en generación », se manifiesta aquel que, como Dios de la Alianza, se acuerda « de la misericordia ».
37. La Iglesia, que desde el principio conforma su camino terreno con el de la Madre de Dios, siguiéndola repite constantemente las palabras del Magníficat. Desde la profundidad de la fe de la Virgen en la anunciación y en la visitación, la Iglesia llega a la verdad sobre el Dios de la Alianza, sobre Dios que es todopoderoso y hace « obras grandes » al hombre: « su nombre es santo ». En el Magníficat la Iglesia encuentra vencido de raíz el pecado del comienzo de la historia terrena del hombre y de la mujer, el pecado de la incredulidad o de la « poca fe » en Dios. Contra la « sospecha » que el « padre de la mentira » ha hecho surgir en el corazón de Eva, la primera mujer, María, a la que la tradición suele llamar « nueva Eva »91 y verdadera « madre de los vivientes » 92, proclama con fuerza la verdad no ofuscadasobre Dios: el Dios Santo y todopoderoso, que desde el comienzo es la fuente de todo don,aquel que « ha hecho obras grandes ». Al crear, Dios da la existencia a toda la realidad. Creando al hombre, le da la dignidad de la imagen y semejanza con él de manera singular respecto a todas las criaturas terrenas. Y no deteniéndose en su voluntad de prodigarse no obstante el pecado del hombre, Dios se da en el Hijo: « Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único » (Jn 3, 16). María es el primer testimonio de esta maravillosa verdad, que se realizará plenamente mediante lo que hizo y enseñó su Hijo (cf. Hch 1, 1) y, definitiva mente, mediante su Cruz y resurrección.
La Iglesia, que aun « en medio de tentaciones y tribulaciones » no cesa de repetir con María las palabras del Magníficat, « se ve confortada » con la fuerza de la verdad sobre Dios, proclamada entonces con tan extraordinaria sencillez y, al mismo tiempo, con esta verdad sobre Dios desea iluminar las difíciles y a veces intrincadas vías de la existencia terrena de los hombres. El camino de la Iglesia, pues, ya al final del segundo Milenio cristiano, implica un renovado empeño en su misión. La Iglesia, siguiendo a aquel que dijo de sí mismo: « (Dios) me ha enviado para anunciar a los pobres la Buena Nueva » (cf. Lc 4, 18), a través de las generaciones, ha tratado y trata hoy de cumplir la misma misión.
Su amor preferencial por los pobres está inscrito admirablemente en el Magníficat de María. El Dios de la Alianza, cantado por la Virgen de Nazaret en la elevación de su espíritu, es a la vez el que « derriba del trono a los poderosos, enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos, ... dispersa a los soberbios ... y conserva su misericordia para los que le temen ». María está profundamente impregnada del espíritu de los « pobres de Yahvé », que en la oración de los Salmos esperaban de Dios su salvación, poniendo en El toda su confianza (cf. Sal 25; 31; 35; 55). En cambio, ella proclama la venida del misterio de la salvación, la venida del « Mesías de los pobres » (cf. Is 11, 4; 61, 1). La Iglesia, acudiendo al corazón de María, a la profundidad de su fe, expresada en las palabras del Magníficat, renueva cada vez mejor en sí la conciencia de que no se puede separar la verdad sobre Dios que salva, sobre Dios que es fuente de todo don, de la manifestación de su amor preferencial por los pobres y los humildes, que, cantado en el Magníficat, se encuentra luego expresado en las palabras y obras de Jesús.
La Iglesia, por tanto, es consciente —y en nuestra época tal conciencia se refuerza de manera particular— de que no sólo no se pueden separar estos dos elementos del mensaje contenido en el Magníficat, sino que también se debe salvaguardar cuidadosamente la importancia que « los pobres » y « la opción en favor de los pobres » tienen en la palabra del Dios vivo. Se trata de temas y problemas orgánicamente relacionados con el sentido cristiano de la libertad y de la liberación. « Dependiendo totalmente de Dios y plenamente orientada hacia El por el empuje de su fe, María, al lado de su Hijo, es la imagen más perfecta de la libertad y de la liberación de la humanidad y del cosmos. La Iglesia debe mirar hacia ella, Madre y Modelo para comprender en su integridad el sentido de su misión ».

LA MEDITACIÓN DE HOY...



Meditación de hoy…

Hoy me preguntaba ¿qué pasa por la mente de un niño? Qué hacen ellos que es necesario para llegar a ti Señor? Qué es aquello que  debemos imitar los  adultos y a lo que tú nos llamas cuando nos invitas a ser como ellos para entrar a tu reino?.........creo  ir comprendiendo… Debo admirar la confianza e inocencia con que ellos aman y  creen en sus padres,  que basta un… no… para detenerse y un  guiño para interpretar que es seguro continuar,  yo quiero ser… así como niño…. niño ante  tus ojos,   deseo asombrarme con  la perfección del ser humano que puede en un aliento ser parte de la vida, cuidarla y protegerla , contemplar con esos ojos vivaces  la grandeza de un cielo infinito, la pureza de los corazones y la necesidad del que sufre,   quiero ser pequeño al conocimiento que llevo dentro para que cada día tenga más hambre y curiosidad por saber…  ¿quién eres tú?, ¿de dónde vienes?  ¿qué te agrada y que te disgusta?,  debo ensuciarme las  manos los pies y la ropa conquistando  almas;   como niño  apasionarme por leer libros para conocer y defender las cosas que hablen de mi  personaje favorito….de ti, a quien llamo mi Rey!    Poder  así contar tu historia esa donde TÚ das la vida por mi …como el mejor  héroe, como el mejor amigo! durante mi vida quiero que  Tú seas mi modelo, me vendría bien   vestir con tu sencillez, hablar con tu elocuencia, copiar tu   entrega, abrazar y amar como Tú! Hay que   ser como niño… que no juzga ni critica pues no tiene  prejuicios, siendo niño podría    llamar a  la conciencia  amigo quizás imaginario pero  con la ventaja de que ese amigo me gritará cuando  estoy equivocado  y me regalará paz cuando lo hiciera bien,  podría  ser intuitivo para saber que alguien puede dañarme, me fascinaría celebrar con  alegría  y llorar hasta el cansancio si no pudiera  asistir a la mejor fiesta  que hay cada día… . Esa donde Tú eres el anfitrión  y yo tu invitado especial,  sería increíble como  niño darte el mejor regalo… mi arrepentimiento y compromiso de ser mejor,  quiero competir con otros  por tu amor y lograr  la más grande colección  de  preciosas medallas…. llamadas indulgencias! Me quiero comer  el Pan de vida y beber el Vino de tu sangre, quiero tararear todo el día tus canciones , correr por ocupar los primeros lugares cuando ante ti deba estar, hacer reír a carcajadas como  un gran  payaso a mis hermanos que se sienten tristes, compartir mis mejores pertenencias ,  dormir profundo  y descansar en ti.. confiado en que mi Padre eterno vendrá  mañana  a despertarme con un dulce beso ….sí, El seguro estará a mi lado y sonreirá.  Como niño… ser extrovertido jugar un gran partido con todos  esos  hombres que tengan sed de ti  vencerlos  sin miedo  a caer en el desaliento porque  iré   sonriendo seguro de que él mi Padre me alentará, deseo  perderme por   los laberintos de la vida  llevando a todo rincón tu buena nueva,  confiar  como  niños que si algo  da miedo o  es difícil el  Rey estará allá para tomar mi mano , caminar a mi lado, consolarme y animarme a seguir, como los niños seremos  Tú y yo grandes amigos …. Jugaremos en el mismo equipo siempre  la misma camiseta,  pase lo que pase nunca dejaremos de ser amigos  porque sé que  cuando tengo   uno, debo conservarlo ¡como niño tener el coraje de guardarte siempre un lugar a mi lado ¡como niño se que nadie puede interpretar mis ideas mejor que Tú… pues eres parte de ellas; Sabes Jesús quiero confiar como niño en que todo tiene solución, que  si algo  duele como mi mejor amigo le dirás  a  mi  Padre que vendrá a ayudarme o enviara  a  mi madre a consolarme,  te presentaré a mi familia para que los quieras y te quieran tanto  como yo a ti, te invitaremos todos los días a  casa! a nuestros juegos, celebraciones, planes  y serás el primero en compartir nuestras dificultades y tristezas… quiero ser como niño inocente y soñador para  que el deseo de  llegar a conquistar  el juego sin rendirme .. sea mi propósito, poniendo  esfuerzo y sacrificio ante el juego  de la vida para  avanzar seguro de mi recompensa,  quiero encontrar  ilusionado  la llave   que está en la meta , sí esa que abre el castillo llamado cielo, entonces aquí    seré tu príncipe o princesa …. Sabes Jesús  me alienta  la idea de llegar a ese lugar mágico llamado eternidad, donde Tú me esperas para entrar juntos  y compartir el  premio de haber sido…. Como niño… solo para ti.  Amén


Rocío Río

jueves, 11 de septiembre de 2014

LA MEDITACIÓN DE HOY...



Carta hecha para una hija que está alejada y sufre desolación.

Querida hija:
En algún momento pensaba  que ahora que estás lejos de mi  tu alma sería más vulnerable, creo no equivocarme sin embargo hay algo que también he descubierto que cuanto más se es cercano a la soledad  mas buscamos sujetarnos de alguien  o algo que aliente nuestra esperanza, y si lo hacemos con la persona correcta estaremos a salvo, por eso niña mía…. tú mi pequeña hoy puedes sujetarte a mí, yo soy la Verdad de la vida, nada queda fuera de mi que no pueda sanar, solo necesito tu voluntad, nada queda fuera de mi amor que no me pueda doblegar, yo no soy un Dios que juzga o tortura soy un Padre de amor, un Padre de bondad y de misericordia!  quiero sostenerte en mi regazo encontrar tu mirada con la mía para levantarte y utilizar tu experiencia para ayudar al desvalido al que sufre y al que llora, tú que comprendes la fuerza del amor, la garra de sostenerse cada día, que has caído y te has levantado!.... por ti estoy aquí y te pido me ayudes a servir, dame tu mano, dame tu aliento para que otros conozcan que la virtud de la fortaleza esta dentro de sí  y  que la llave de ella está en mi palabra… no tengas miedo yo estoy aquí, nunca estas sola. En el mismo instante de tu concepción te pensé valiente, hermosa, alegre, inocente y temperamental así eres tú, eres obra perfecta.  Durante los primeros años de vida estuve a tu lado para sostenerte en los momentos de dolor de tristeza y miedo  pero también permití alegrías  y amor, también estuve  en el dolor de la perdida, en la ausencia de un amigo, en la entrega de tu ser. No busques en la razón  una explicación,  da paso a tu instinto del   corazón,  ven a mí, aquí es  donde habita la plenitud de la vida misma. El amor o el desamor es toda la razón del sufrimiento humano, por eso siempre dependen de los demás porque es algo que se recibe del otro cuando realmente el verdadero valor y el verdadero amor esta intrínseco en su  esencia yo la puse en ti como un sello endeble, es algo que te pertenece y que debes dejar fluir en tu interior, siente el calor que producen estas líneas esas son mis caricias, busca en tu interior y recuerda cuanto he puesto a tu alcance para que el bálsamo de la oportunidad triunfe sobre todas las cosas, tu eres amor y  para desbordarlo hay que vibrar en la sintonía de la gracia, que egoísta basar la plenitud del alma en los seres que son igual de imperfectos, que no conocen toda la verdad que sufren y se devastan como todos sus hermanos, tu eres  la perla de mi obra perfecta! Te ame aún antes de ser vida!!!Este pensamiento  grábalo en cada poro de  tu la piel, te amo y has sido creada para trascender en el amor, ante la adversidad  para brillar por ti misma, no hay perla que escape del dolor  para ser perfecta,   Yo quiero suplir todo lo que te faltó y sanar  todo lo que pudo crear una mala conexión con el exterior, hay cosas que suceden dentro de la libertad del hombre  que escapan a mi mano pero ni un alma será ignorada si se abandona a mí, permite me mostrarte mi rostro, vamos fundidos uno al otro  a transformar en fortalezas las debilidades, los recuerdos en experiencias…….. si mi niña, el dolor y las situaciones pueden llegar a ser nuestras grandes fortalezas hay que transformarlas,  apostar a la felicidad! por muy obscuro que el día amanezca llega  la luz, muchos son los que han vivido a la sombra del dolor y la injusticia humana pero han trascendido para brillar, hoy te invito a que juntos caminemos por ese mismo sendero, y piérdete niña mía en la  paz que hace lucir el resplandor de un  corazón confiado a mí. 

Te amo.
Tu Amigo y Padre.
ROCIO RIO.