En el amanecer de un nuevo día que me ofreces, ¡te alabo y bendigo
Señor! En la inmensidad de tus mañanas, el ocaso y la obscuridad de la noche,
te alabo mi Dios, desde mi pequeñez hasta tu grandeza mi alma y mi espíritu se
postran a ante ti para decirte que te amo, agradezco y abandono mi ser a ti mi
amado creador.
Dolor y tristeza hay en mi interior pues a los ojos del mundo la
vida ha perdido el valor, como entendernos Señor si solo causamos dolor, hoy
los hombres hemos vuelto estéril tu mensaje de amor sometemos la ciencia a
caprichos y jugamos a ser Dios; cuantos deseos desordenados, cuanta soberbia y
desamor.
¿Comprendes al hombre acaso Dios? Si buscan dar vida y asesinan en
los vientres, atropellamos tu naturaleza, si nuestros cuerpos se mutilan por
belleza y vanidad, hemos hecho objeto nuestro ser mi amado Señor, no hay
diferencia entre cosas y personas ya ahora les damos el mismo valor, lo mismo
hay apatía o encarnizamiento Señor.
Hoy humeantes están los dragones que arden desesperadamente por
embriagarse con sangre inocente de los hijos predilectos de Dios.
Virgen Sagrada María ven a recordarnos tu amor que cada conciencia
se nutra de sabiduría y prudencia de esa que tu Hijo también nos enseñó, que
las armas se acaben y que venga un nuevo esplendor que terminen venganzas y
odios por una cruz que el niño lleva como muestra de amor Dios.
¿Dónde perdimos la esencia de hombres?¿cuándo dejamos de dar al
hombre valor? Que mi alma busque perdón y redención, que nunca de luchar me
canse en ir tras tu perdón pues solo en ti se recrea de gozo mi alma mi Dios.
Aquí quédate e infunde de nuevo el respeto y valor a ese hombre
que hoy utiliza como pretexto de niño sus recuerdos de dolor.
Que nunca más el hombre te ofenda a ti majestuoso Señor y en
cambio para seguirte tenga pasión y convicción.
Abre tus manos María y guarda ahí a los amados de Dios para que
tus manos benditas sean el refugio del hombre que busca a Dios.
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