sábado, 30 de agosto de 2014

LA MEDITACIÓN DE HOY...



 Mañana de silencio  y profunda paz, donde el silbar  de los pájaros me recuerdan cuan viva  estoy, en medio de un paisaje  con olor a cedro y color marrón  donde sobresale una vieja cruz tallada a pulmón por alguien que no se siquiera si un día de ti escucho!, rasgos  no definidos donde percibo tu  rostro cansado y cabizbajo de dolor,  fija mi mirada se pierde en tu cruz, cruz que recuerda un amor  que ha sido ingratamente  correspondido…… tímida debe ser mi mirada que se dobla ante  el recuerdo de mi fragilidad, a caso es así  como me miras mi Dios? que pequeña hija soy.  Sabes  Jesús hoy pienso que existe un pretorio en mi corazón, puedo imaginarte nuevamente  insultado juzgado  y abandonado , puedo mirarme en la multitud desgarrando  tus vestiduras, tocando  tus llagas que siguen sangrando ante mi cuando  hurgo en tus  heridas con el filo de mi lengua.. de mis juicios. Se congelan mis palabras y mi cuerpo arde de pena al saber cuánto te ofendido. Mi cordero seco e inerte, tu cuerpo expira y algunas veces lo olvido yo, todo por mi lo has dado!! precioso Jesús hasta la última gota has  entregado. Tú  mi Creador, prepárame, restáurame y lávame porque me has amado y de gracia llenado aun cuando yo como fariseo he actuado…, No me mires Padre cuando he dejado entrar la tibieza a mi corazón,  recurrido a la  justificación de falsos  y eterios  placeres  que llenan mi vanidad, que pobre, pensar  que me basto  en lo humano,  y que sin ti caminar yo puedo.
…..Vuelvo a la cruz y a  pensar….. cómo Tú me miras?...cuántas veces  frente a esta Cruz me postro con las rodillas pero no con el corazón, cuantas veces  paso frente a ella sin siquiera percibirla  más que como un ornamento en una habitación, Tú mi Rey y Señor perdona tanta ingratitud de una hija que de ti se ungió…. Hoy lo único que anhelo es ser tocada por ti,  Espero en Ti!, ven y sopla en mí Espíritu  Santo, derrama tu sabiduría , se mi  dulce refugio y déjame  reposar en Ti  ! que arda en mí ser el deseo de hacer nuevo mi interior. Déjame hacer un camino  donde amar sin condición sea un motivo, donde reencontrarte de sentido, mi lucha sea perpetua  y la eternidad mí recompensa. …Y sabes mi creador algún  día quiero poder  mirar…. cómo me miras Tú.
Amén

Rocío Rio

sábado, 23 de agosto de 2014

La misericordia

Index 





PAPA FRANCISCO
ÁNGELUS
Plaza de San Pedro
Domingo 9 de junio de 2013
 
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El mes de junio está tradicionalmente dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, máxima expresión humana del amor divino. Precisamente el viernes pasado, en efecto, hemos celebrado la solemnidad del Corazón de Cristo, y esta fiesta da el tono a todo el mes. La piedad popular valora mucho los símbolos, y el Corazón de Jesús es el símbolo por excelencia de la misericordia de Dios; pero no es un símbolo imaginario, es un símbolo real, que representa el centro, la fuente de la que brotó la salvación para toda la humanidad.
En los Evangelios encontramos diversas referencias al Corazón de Jesús, por ejemplo en el pasaje donde Cristo mismo dice: «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón» (Mt 11, 28-29). Es fundamental, luego, el relato de la muerte de Cristo según san Juan. Este evangelista, en efecto, testimonia lo que vio en el Calvario, es decir, que un soldado, cuando Jesús ya estaba muerto, le atravesó el costado con la lanza y de la herida brotaron sangre y agua (cf. Jn 19, 33-34). Juan reconoce en ese signo, aparentemente casual, el cumplimiento de las profecías: del corazón de Jesús, Cordero inmolado en la cruz, brota el perdón y la vida para todos los hombres.
Pero la misericordia de Jesús no es sólo un sentimiento, ¡es una fuerza que da vida, que resucita al hombre! Nos lo dice también el Evangelio de hoy, en el episodio de la viuda de Naín (Lc 7, 11-17). Jesús, con sus discípulos, está llegando precisamente a Naín, un poblado de Galilea, justo en el momento que tiene lugar un funeral: llevan a sepultar a un joven, hijo único de una mujer viuda. La mirada de Jesús se fija inmediatamente en la madre que llora. Dice el evangelista Lucas: «Al verla el Señor, se compadeció de ella» (v. 13). Esta «compasión» es el amor de Dios por el hombre, es la misericordia, es decir, la actitud de Dios en contacto con la miseria humana, con nuestra indigencia, nuestro sufrimiento, nuestra angustia. El término bíblico «compasión» remite a las entrañas maternas: la madre, en efecto, experimenta una reacción que le es propia ante el dolor de los hijos. Así nos ama Dios, dice la Escritura.
Y ¿cuál es el fruto de este amor, de esta misericordia? ¡Es la vida! Jesús dijo a la viuda de Naín: «No llores», y luego llamó al muchacho muerto y le despertó como de un sueño (cf. vv. 13-15). Pensemos esto, es hermoso: la misericordia de Dios da vida al hombre, le resucita de la muerte. El Señor nos mira siempre con misericordia; no lo olvidemos, nos mira siempre con misericordia, nos espera con misericordia. No tengamos miedo de acercarnos a Él. Tiene un corazón misericordioso. Si le mostramos nuestras heridas interiores, nuestros pecados, Él siempre nos perdona. ¡Es todo misericordia! Vayamos a Jesús.
Dirijámonos a la Virgen María: su corazón inmaculado, corazón de madre, compartió al máximo la «compasión» de Dios, especialmente en la hora de la pasión y de la muerte de Jesús. Que María nos ayude a ser mansos, humildes y misericordiosos con nuestros hermanos.

Después del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy en Cracovia se proclaman beatas a dos religiosas polacas: Sofía Czeska Maciejowska, que en la primera mitad del siglo XVII fundó la congregación de las Vírgenes de la Presentación de la Bienaventurada Virgen María; y Margarita Lucía Szewczyk, que en el siglo XIX fundó la congregación de las Hijas de la Bienaventurada Virgen María Dolorosa. Demos gracias al Señor con la Iglesia que está en Cracovia.
No olvidemos hoy el amor de Dios, el amor de Jesús: Él nos mira, nos ama y nos espera. Es todo corazón y todo misericordia. Vayamos con confianza a Jesús, Él nos perdona siempre.
¡Feliz domingo y buen almuerzo!




viernes, 22 de agosto de 2014

LA MEDITACIÓN DE HOY...


Y como no coincidir, si tú mi  Padre  desde el principio has estado aquí, Tú mi creador, dando rienda a mis sentidos…… siempre con tu mirada serena y firme cual Padre amoroso cuida de sus criaturas, disfruto  tu palabra que orienta y dignifica; tu mano  que sostiene y  tu promesa que alienta a continuar , Tú  el autor  de un  casual encuentro  que me has dado  un maravilloso y gran compañero de vida…gracias…..porque  lo pensaste para mi, así  con su  perfección divina y frágil  humanidad, Tú lo has puesto en mi  vida  para que yo en  él  te encontrará, floreciera  mi  femineidad, y la grandeza del amor hallara, complemento de mi alma lo pensaste y como don del cielo lo enviaste, nuestras vidas cruzaste  hasta  volvernos  comunión de un plan divino , nos dejaste sentir tu majestad y experimentar lo maravilloso  de estar abiertos  a la vida,  hemos lo sublime tocado en esos pedacitos de cielo que Tú nos has confiado,  buenos y malos momentos hemos pasado, grandes alegrías  y profundo dolor  que nos han vuelto  endebles ante ti, Un encuentro donde Tú nos has acompañado,  donde  solo  en ti  se renueva y restaura cada día este amor.
Tú, Espíritu Santo fuente de amor y sabiduría, recuérdame  ser humilde si a caso lo olvidará, enséñame a valorar  los pequeños detalles, a identificar el silencio del corazón que anida resentimientos,  sáname al  perdonar y pedir perdón, que sea habitual  respetar y dar gracias, hazme sumisa a tu voluntad, fuerte en la lucha, perseverante en mi formación y noble en mi razón.
Padre! dispones de mi voluntad para transformarme en esa mujer que los míos necesitan para en llegar a  ti .
María, Mi madre Santísima no me desampares en mi ser mujer, sé  mi ejemplo de prudencia y dulzura, enséñame a escuchar, permíteme callar si no he de edificar  y recuérdame que el perfume del amor…. no viene más que de un corazón que se abandona al Señor.
Transforma  cada matrimonio que a ti se consagre y permite que seamos reflejos del amor perfecto de aquel que nos pensó como lo más excelso de su creación.

AMEN.

Rocío Rio

martes, 19 de agosto de 2014

El sacramento del matrimonio


PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Plaza de San Pedro
Miércoles 2 de abril de 2014


Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy concluimos el ciclo de catequesis sobre los sacramentos hablando del matrimonio. Este sacramento nos conduce al corazón del designio de Dios, que es un designio de alianza con su pueblo, con todos nosotros, un designio de comunión. Al inicio del libro del Génesis, el primer libro de la Biblia, como coronación del relato de la creación se dice: «Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó... Por eso abandonará el varón a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne» (Gn 1, 27; 2, 24). La imagen de Dios es la pareja matrimonial: el hombre y la mujer; no sólo el hombre, no sólo la mujer, sino los dos. Esta es la imagen de Dios: el amor, la alianza de Dios con nosotros está representada en esa alianza entre el hombre y la mujer. Y esto es hermoso. Somos creados para amar, como reflejo de Dios y de su amor. Y en la unión conyugal el hombre y la mujer realizan esta vocación en el signo de la reciprocidad y de la comunión de vida plena y definitiva.
Cuando un hombre y una mujer celebran el sacramento del matrimonio, Dios, por decirlo así, se «refleja» en ellos, imprime en ellos los propios rasgos y el carácter indeleble de su amor. El matrimonio es la imagen del amor de Dios por nosotros. También Dios, en efecto, es comunión: las tres Personas del Padre, Hijo y Espíritu Santo viven desde siempre y para siempre en unidad perfecta. Y es precisamente este el misterio del matrimonio: Dios hace de los dos esposos una sola existencia. La Biblia usa una expresión fuerte y dice «una sola carne», tan íntima es la unión entre el hombre y la mujer en el matrimonio. Y es precisamente este el misterio del matrimonio: el amor de Dios que se refleja en la pareja que decide vivir juntos. Por esto el hombre deja su casa, la casa de sus padres y va a vivir con su mujer y se une tan fuertemente a ella que los dos se convierten —dice la Biblia— en una sola carne.
San Pablo, en la Carta a los Efesios, pone de relieve que en los esposos cristianos se refleja un misterio grande: la relación instaurada por Cristo con la Iglesia, una relación nupcial (cf. Ef 5, 21-33). La Iglesia es la esposa de Cristo. Esta es la relación. Esto significa que el matrimonio responde a una vocación específica y debe considerarse como una consagración (cf. Gaudium et spes, 48; Familiaris consortio, 56). Es una consagración: el hombre y la mujer son consagrados en su amor. Los esposos, en efecto, en virtud del sacramento, son investidos de una auténtica misión, para que puedan hacer visible, a partir de las cosas sencillas, ordinarias, el amor con el que Cristo ama a su Iglesia, que sigue entregando la vida por ella, en la fidelidad y en el servicio.
Es verdaderamente un designio estupendo lo que es connatural en el sacramento del matrimonio. Y se realiza en la sencillez y también en la fragilidad de la condición humana. Sabemos bien cuántas dificultades y pruebas tiene la vida de dos esposos... Lo importante es mantener viva la relación con Dios, que es el fundamento del vínculo conyugal. Y la relación auténtica es siempre con el Señor. Cuando la familia reza, el vínculo se mantiene. Cuando el esposo reza por la esposa y la esposa reza por el esposo, ese vínculo llega a ser fuerte; uno reza por el otro. Es verdad que en la vida matrimonial hay muchas dificultades, muchas; que el trabajo, que el dinero no es suficiente, que los niños tienen problemas. Muchas dificultades. Y muchas veces el marido y la mujer llegan a estar un poco nerviosos y riñen entre ellos. Pelean, es así, siempre se pelea en el matrimonio, algunas veces vuelan los platos. Pero no debemos ponernos tristes por esto, la condición humana es así. Y el secreto es que el amor es más fuerte que el momento en que se riñe, por ello aconsejo siempre a los esposos: no terminar la jornada en la que habéis peleado sin hacer las paces. ¡Siempre! Y para hacer las paces no es necesario llamar a las Naciones Unidas a que vengan a casa a hacer las paces. Es suficiente un pequeño gesto, una caricia, y adiós. Y ¡hasta mañana! Y mañana se comienza otra vez. Esta es la vida, llevarla adelante así, llevarla adelante con el valor de querer vivirla juntos. Y esto es grande, es hermoso. La vida matrimonial es algo hermoso y debemos custodiarla siempre, custodiar a los hijos. Otras veces he dicho en esta plaza una cosa que ayuda mucho en la vida matrimonial. Son tres palabras que se deben decir siempre, tres palabras que deben estar en la casa: permiso, gracias y perdón. Las tres palabras mágicas. Permiso: para no ser entrometido en la vida del cónyuge. Permiso, ¿qué te parece? Permiso, ¿puedo? Gracias: dar las gracias al cónyuge; gracias por lo que has hecho por mí, gracias por esto. Esa belleza de dar las gracias. Y como todos nosotros nos equivocamos, esa otra palabra que es un poco difícil de pronunciar, pero que es necesario decirla:Perdona. Permiso, gracias y perdón. Con estas tres palabras, con la oración del esposo por la esposa y viceversa, con hacer las paces siempre antes de que termine la jornada, el matrimonio irá adelante. Las tres palabras mágicas, la oración y hacer las paces siempre. Que el Señor os bendiga y rezad por mí.


Saludos

Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos venidos de España, Ecuador, México, Argentina, y otros países latinoamericanos. Invito a todos a dar gracias a Dios por tantas familias que animan nuestras comunidades cristianas, ofreciendo un hermoso testimonio de fe. Recemos también por los matrimonios en dificultad, para que el Señor les regale abundantemente su misericordia y los sostenga en medio de las pruebas. Muchas gracias.

viernes, 15 de agosto de 2014

PARA HACER BIEN LA SEÑAL DE LA CRUZ

Para hacer bien la Señal de la Cruz

Escrito por  05 Ago 2014
Para hacer bien la Señal de la Cruz
La señal de la cruz es la oración básica del cristiano, lo primero que un niño o un converso aprende en la catequesis. En esta oración tan breve y tan simple se resume todo el credo y para muchos hombres y mujeres profundamente contemplativos ha sido su oración preferida.

¿Qué significa la señal de la cruz?

La cruz es la señal de los cristianos: significa el triunfo de Jesús sobre el pecado; es el símbolo de laredención que Jesucristo obtuvo para nosotros con su sangre. Su pasión de amor por el hombre le llevó a dar la vida para que tuviéramos vida en abundancia: "Nadie me la quita, soy yo quien la doy por mí mismo" (Jn 10,18) Como manso cordero llevado al matadero, Jesús soportó en la cruz el extremo del dolor físico y moral para abrirnos las puertas del cielo.
Cuando nos marcamos con la señal de la cruz estamos diciendo: Yo soy seguidor de Jesucristo, creo en Él, le pertenezco. Así como los seguidores del Anticristo tendrán su marca (cfr. Ap 14,9), así el bautizado lleva un sello indeleble en su alma y lo muestra exteriormente con la cruz.

Deja que la Virgen María tome tu mano y te guíe al santiguarte

Después de lo que vivió María en el Calvario, Ella será la mejor maestra para todo cristiano que quiera santiguarse con todos los cinco sentidos. A mí me ha ayudado contemplar la pasión de Cristo desde el corazón de la Virgen María, pidiéndole que al hacer la señal de la cruz tome Ella mi mano y me enseñe a revivir con ese gesto sencillo el momento supremo de nuestra redención.
Este texto de Santa Brígida puede servir de inspiración mientras contemplamos a Cristo Crucificado de la mano de la Virgen María:
"Déseos toda honra, Señora mía Virgen María, que con dolor visteis a vuestro Hijo hablaros desde la cruz, y con vuestros benditos oídos afligidamente lo oisteis clamar al Padre en la agonía de la muerte, y entregar en sus manos el alma. Alabada seáis, Señora mía Virgen María, que con amargo dolor visteis a vuestro Hijo pendiente en la cruz, lívido desde el extremo de la cabeza hasta la planta de los pies, rubricado con su propia sangre y tan cruelmente muerto; y con suma amargura mirasteis traspasados sus pies y manos, y su glorioso costado, y todo su cuerpo destrozado sin ninguna misericordia.
"Bendita seáis Vos, Señora mía Virgen María, que con vuestros ojos bañados en lágrimas visteis bajar de la cruz a vuestro Hijo, envolverlo en el sudario, ponerlo en el sepulcro y ser allí custodiado por los soldados. Bendita seáis Vos, Señora mía Virgen María, quetraspasado vuestro corazón con un profundo y amarguísimo dolor, fuisteis apartada del sepulcro de vuestro Hijo, y llena de pesar conducida por vuestros amigos a casa de Juan, donde al punto sentisteis alivio a vuestro gran dolor, porque sabiais positivamente que pronto había de resucitar vuestro Hijo." (Sta. Brígida de Suecia, "Revelaciones", Libro 12, Oración)

En el nombre...

Al hacer la señal de la cruz sobre nuestro cuerpo, diciendo: "En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, Aménnos estamos comprometiendo a obrar en el nombre de Dios. Dios reveló su nombre a Moisés; el nombre de Dios es "Yo soy el que soy" (Éxodo 3,13). Y le dijo: "Yo soy el Dios de tus padres" (Éxodo 3,6) y "Yo estaré contigo" (Éxodo 3,12) De estas tres expresiones concluimos que Dios abarca nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro. Quien actúa en el nombre de Dios está afirmando que tiene la certeza de que Dios le conoce, le acompaña, le sostiene y permanecerá siempre a su lado.
Cuando en la oración pedimos algo en el nombre de Jesús, nos estamos uniendo a la oración de Cristo, con la seguridad de que el Padre escucha a su Hijo. "Todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré." (Juan 14, 13-14) Y si lo que pedimos es conforme a su voluntad, podemos confiar en que nuestra súplica será escuchada: "En esto está la confianza que tenemos en él: en que si le pedimos algo según su voluntad, nos escucha.Y si sabemos que nos escucha en lo que le pedimos, sabemos que tenemos conseguido lo que hayamos pedido.."(1 Juan 5,14-15) Y a veces nos concede no sólo lo que le pedimos sino incluso lo que deseamos, que Él conoce bien. Esta fue la experiencia de san Pedro aquella mañana en el lago tras una noche de pesca, cuando Jesús le mostró dónde encontrarlos. Pedro le dijo: «Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, en tu Nombre, echaré las redes. Y, haciéndolo así, pescaron gran cantidad de peces, de modo que las redes amenazaban romperse».

jueves, 14 de agosto de 2014

LA MEDITACIÓN DE HOY

            

Con la belleza de encontrar mi alma fundida a la tuya aunque lo incierto del día me espere… todo se ilumina al saber que tú estas  aquí,  lo siento en la paz de mi alma que aun en la obscuridad de lo incierto se encuentra confiada……….no teme ni desalienta a tu voluntad, y como hacerlo?  si en el brillo al despertar el alba encuentro tu promesa viva que alimenta mi espíritu de forma sigilosa y delicada, así eres tú tan claro  en el encuentro con tu palabra que me guía, me alimenta y lleva de la mano, como no ser cordero a tus pies si tu mi Pastor solo me guías a las grandeza de abandonarme y reconocerte como mi Padre, con tu sabiduría infinita plasma en mi lo que hoy debo realizar, irradia y estructura mis prioridades, que mi labios no dejen de alabar la gratitud de tu plan perfecto, que mi corazón no deje de sentir la sencillez de tu  encuentro, que mis ojos Padre no dejen de admirarse por la belleza que dibujaste en el paisaje de mi vida, ese lienzo que muchas veces no puedo interpretar pero que tú  creaste  para  recordarme cuanto me amas, que nunca olvide  que  solo un pincel como el tuyo puede plasmar  una obra de amor  así, que mis manos no dejen de servir ni pies de andar en busca de ti, restáurame  Señor en lo que pueda estar herido, sana todo recuerdo que me impida amar  o trascender en mis obras,  pule el óxido de mi egoísmo, quita  la venda de mi soberbia y haz brillar el rostro de un alma tuya. Espíritu Santo  Tu fuente  de luz    permite que en esta alianza de amor yo disponga todo lo que tú me has dado para  vivir en  Gracia a los pies de mi amado; María Santísima bajo tu manto cubre mi dolor, sobre tu regazo deja descansar mis pensamientos, entre tus manos envuelve mis deseos  virtuosos y los ácigos purifícalos, Ámame como yo te necesito, abrázame a pesar de mis errores  y con la fuerza con que lucho para permanecer a tu lado así   con  esa misma fuerza te pido María sujétame a tu lado.


Amén.


 Rocío Río