jueves, 10 de julio de 2014

LA meditación de hoy...


Como un invierno frio que deja yerto el corazón, llegan a mi  imágenes  de la indiferencia de lo egoísta y ensimismados que estamos tus hijos Señor, que largos los días cuando como látigos nuevamente sobre tu espalda  llegan esas miradas de indiferencia, ese ignorar al sediento, sordo al que clama, ciego al que una lágrima de su rostro derrama …. cuanta tristeza y dolor   deben de  haber en tu corazón…Perdón……. que  miserables nos hemos hecho   al ignorar   que tu sangre no solo por unos se dio ,  que pena que nuestros ojos vean diferencias entre  el color  pues todos somos reflejo y dignos de Dios, Tú mi Rey tan majestuoso….que  viviste entre los  que son perseguidos e ignorados   recuérdales Señor, ¡Ayúdales mi Dios! Que contradicción hablar de amor y hacer héroes donde  se oprime  el corazón, como   contemplar el rostro de un niño que descalzo camino hacia una moneda que alguien más le dio!  ¡Que contradicción hablar de amor cuando ignoro al que de hambre murió o jamás un techo encontró!    ¿Qué nos falto activar en nuestro interior? Tú que  mas allá de todo transformas la vida que te entregaste y nada para ti dejaste,  ¿acaso la sensibilidad del hombre anulaste?  que sucede en nosotros que seguimos con esclavos ocultos que llevan uniformes y manos ásperas, arrugas profundas de tristeza y desolación; Padre mío que nunca mi ser se acostumbre a un rostro oprimido , que nunca mi ser se acostumbre a mirar al enfermo y desprotegido, que mi razón y mi corazón entren en sintonía para entender que la bendición no es dominar o poseer todo  si no como lo compartimos, dame claridad para entender tu  palabra Señor, derrama en mi ser tu Espíritu Santo , ese que transforma las vidas, que rompe cadenas que pide y reparte, ese que quiere de ti llenarles y hasta doler entregarse.
 Tú nuestro Rey  y Padre que recordemos  tu cruz cuando de amar al hermano hablemos o al preso visitemos porque a ese también le llamaste hijo! Que dureza en nuestros corazones que para amar necesitamos  haber recibido  como si fuéramos dignos de algo más que compasión, Oh mi Dios borra la codicia, la envidia y el deseo de poder, que no conozca jamás la gloria  si a otro he de humillar, que no conozca jamás de riquezas si a otro he de despojar, que jamás en mi mesa se tire lo que alguien más necesite! Padre mío majestad inigualable  reinvéntame y como hombre nuevo  reprograma mi razón, Te necesito! transforma  Señor mi  código de amor y  vuélveme  a tu presencia donde Jesús me hablo y enseño ,ese mismo  instante  donde tu hijo expiro y a su madre me entrego!.
 Ven  Madre mía ven María y enséñame hoy,  que la gloria de tu hijo solo si humilde soy llegará un día a mi alma para que viva yo, sin Ti Señor no vivo, sin ti… nada soy.
Amén.                                                                               

       Rocío Río

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