viernes, 30 de enero de 2015

CRECIMIENTO ESPIRITUAL

¡Venga tu Reino!

Creo en ti, Dios mío Señor Creador de todo el universo. Dueño de todo cuanto existe, Tú has creado todo de la nada, nos has creado simplemente por amor. No por necesidad más  no bastando con eso, has querido ponernos un universo a nuestros pies, nos has creado para ser felices peregrinos mientras llegamos a Ti.
Es algo maravilloso pero incomprensible para mi mente pequeña y distraída en este mundo tan materialista. Pero lo sé, te manifiestas ante mis ojos en cada momento, en cada amanecer, en cada flor y en cada mirada de mis hermanos.
¿Cómo es Padre misericordioso qué siendo Dios permites que ahora esté aquí en tu presencia, hablando contigo? Sólo por fe lo creer, por eso te pido me regales el don de profundizar en ella. Infúndela Padre bueno en mi.
Espero en Ti Jesús amado, espero llegar a vivir por siempre contigo durante la eternidad, para amarte y adorarte por siempre. Llévame de tu mano y no permitas que me separe nunca de Ti.
Te amo Señor con todo mi corazón, consiente soy de que cada palabra que sale de mi es por inspiración tuya, pues de mi nada bueno hay para aportar. Por lo cual te doy inmensas gracias Te pido enciendas mi corazón de amor de tal manera que irradie tu amor a cuantos se crucen en mi camino.
Hoy estoy leyendo en la carta a los Filipenses tres exhortaciones que nos hace San Pablo:
-Alegría
-Crecimiento Espiritual
-Armonía en la comunidad.
Es todo un plan de vida en tres puntos tan sencillos. 
Continúa: pido que el amor de ustedes crezca más y más en conocimiento y sensibilidad para todo. Así sabrán discernir.
Veo que una de las exhortaciones lleva a la otra. 
Me llama especialmente la atención el Crecimiento Espiritual ¿Qué contendrá esto? Oración, comunicación contigo, hablar contigo y no solamente de Ti, hablar con mis palabras y con mis hechos. Entregarte el tiempo que te corresponde y del cual se alimenta mi alma. Buscar abrazarte en la Eucaristía y abrir todos los días mis oídos a tu Palabra en la Santa Misa.
Esto es un manjar que incomprensiblemente desperdicio y cambio muchas veces por alimento chatarra.
Ayúdame a ser más perseverante en mis compromisos contigo a crecer espiritualmente para vivir la alegría y la armonía de la que habla San Pablo.
Señor hoy te entrego mi corazón y mi vida entera para que hagas con ella lo que tu quieras, como quieras y por el tiempo que quieras. Tuya soy.




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