sábado, 11 de abril de 2015

Y TÚ, QUÉ HACES EN SEMANA SANTA?



Un año más que el Señor me permite ir de misiones, a ponerme al servicio de los más necesitados. Agradezco profundamente a todas aquellas personas que trabajan durante todo el año para organizar una logística que permita llegar al mayor número de personas en la República Mexicana y a todo el mundo.





Después de asistir a cenas de integración, actividades económicas, y por supuesto lo más importante, un retiro y una Hora Eucarística. Empacamos maletas, casas de campaña, sleeping bag y nuestro uniforme y morral misionero.  

        


El 2015 tuvo de particular una misa en la Catedral de Guadalajara en donde el Señor Cardenal, José Francisco Robles nos envió con una bendición especial. La misa fue concelebrada por varios sacerdotes de diferentes congregaciones.



Ya con todo listo, nos reunimos los que pertenecemos a Juventud y Familia misionera para la misa de envío a cada destino, adolescentes, jóvenes y familias partimos a diferentes poblaciones, en mi caso particular a Teuchitlán, Jalisco por tercer y último año. 2,500 personas de los 20,000 misioneros que salieron de la República nos congregamos llenos del Espíritu Santo en Hacienda la Providencia, cada uno con una responsabilidad diversa al lugar que le asignaron.



Sacerdotes confesando, jóvenes cantando, todo listo para arrancar.


Una misión más, aprendemos a desprendernos de nuestras comodidades, a compartir nuestro tiempo, nuestros conocimientos pero sobre todo a fiarnos del Espíritu Santo, a ponernos en sus manos para que Él actúe por nosotros y seamos testigos de las transformaciones de nuestros hermanos.
Llegar, montar campamento, cocina, distribuir las casas del pueblo para que los misioneros las visiten, ver sus necesidades emocionales, corporales y espirituales.
En nuestro equipo fueron doctores que atendían y daban los medicamentos de forma gratuita, pedagogas y psicólogas que dieron talleres y atención personalizada a las familias.
Un sacerdote que ayudo al párroco a las confesiones y a los oficios propios de la Semana Santa. Tuvimos la gracias de participar en la celebración de un bautismo y una primera comunión en la misa de fuego nuevo.
Cientos de confesiones, manos y corazones dispuestos a vivir el mandato de Cristo, a llevar el evangelio a todos los rincones del mundo, vivir la caridad al prójimo.
Los jóvenes con el entusiasmo que les caracteriza vivieron la pascua juvenil, llevaron un concierto y un testimonio de una chica que fue misionada en años anteriores acerca de las adicciones.
Lavamos baños, trastes, caminamos alegres bajo el sol por horas, barremos, dormimos en el piso, acatamos ordenes y nos bañamos con agua fría. Ayudamos a limpiar las casas de los ancianos imposibilitados, les llevamos las palabras de amor de Jesús, los escuchamos y dejamos que el Espíritu Santo los abrace con nuestros brazos.
Vamos a misa, tenemos meditación, rezo del rosario todos los días. Velamos el Jueves Santo acompañando al Señor.
Todo con la alegría que nos da saber que Jesús nos está con nosotros.
Que Gracia más grande el ver que las personas no solo nos abren las puertas de sus casas sino las puertas de sus corazones. Ancianos abandonados, niños enfermos, drogadicción, alcoholismo, madres solteras, familias esperando al esposo que se fue a Estados Unidos a trabajar todos con el rostro de Cristo permitiendo unirnos como hijos de Dios.
Sostenidos por las oraciones de tantas personas que no pudieron asistir y que ofrecen sus enfermedades y sacrificios, sus oraciones e inclusive apoyo económico para poder ayudar a tantas personas que lo necesitan en los diferentes pueblos.                       


Gracias a Dios porque nos permite vivir esta experiencia de su mano santa, ver milagros, conversiones, poder palpar Su presencia.

Ahora a esperar el destino para la siguiente Semana Santa, deseando que cada vez seamos más misioneros para llevar el mensaje de la alegría del Evangelio. Gozando de la resurrección del Señor.


¡Felices Pascuas!
Sandra Lillingston




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