Dulce corazón de Jesús, refugio y consuelo de quienes
contemplamos los rayos que emanan
de ese Corazón que ama ardientemente a todas sus criaturas. Tú Señor que estás
en todo en tu lugar, dispuesto a acompañar nuestros días y recordarnos que
en ti es
donde está la verdad y la
eternidad, ayúdanos, Padre a dar lo mejor de nosotros, a caminar seguros por el
camino que nos lleva a tu encuentro , a ser roca y faro en las adversidades de
la vida, hoy quiero desnudar mi alma para encontrar qué es lo que aleja de ti al alma mía, quiero aprender de mis errores, mis desaciertos, mi
incapacidad, mis vicios, comprender el sentido de mis intenciones, entender la
pobreza de mi ser; pues solo así podre verme transparente, sin caretas que
enmascaren mi ser persona y solo así
podre estar… atenta al sonido de
tu voz cuando pronuncies mi nombre, cuando me llames y desees revelarte.
Padre, para mi
algunas veces las cosas están confusas , por eso no puedo donarte todo lo que
soy en verdad. Quiero conocer quién soy desde la mirada de tus ojos, quiero
ser fiel en lo poco para llegar a darte
mucho, quiero aprender de tu humanidad en Cristo, a caminar descalza de dudas, a caminar libre
de ataduras, quiero ir con el corazón inflamado de amar y gritar aún en el silencio que soy tu hija,
que te miro y me abrazas en la intimidad todos los días en que dispongo mi
corazón al tuyo, tú que me das responsabilidades claras, que me confías a esos hijos tuyos que son un Cristo
en el dolor, en la enfermedad, en la soledad,
la traición y la penuria; hoy pides ir en busca y llevarles tu mensaje,
mensaje que dice “quiero que se enamoren de mi palabra! quiero que se sientan
profundamente amados por mí, acariciados
por mi dulce misericordia, protegidos por mis promesas”, tú Señor que quieres que les lleve el mensaje
de que estás sediento de que vuelvan a
ti, que no se sienten solos ,
confundidos, rechazados, insultados y marginados; esos que son tus hijos
predilectos y que nadie está dispuesto a ir por ellos, yo te digo padre toma mi voz, toma mi tiempo y mis pies,
llévame a ellos y déjame acariciar sus rostros, esos rostros que me recuerdan
quién soy, lo que has obrado en mí y permíteme por tu Gracia ser instrumento
que les ayude a volver a sentir la dignidad que es ser hijos del Rey, hijos del Padre que los Ama,
hermanos de quienes están a tu mesa, y sean para nosotros recordatorio de que
todos somos débiles, expuestos a
caer y
perdernos si no comprendemos que la vida plena solo se encuentra en
donde los anhelos del corazón se hacen vida y ese mi Señor, eres tú.
Que siempre vigilante
y ardiente esté mi corazón, enséñame a
amar en plenitud, con todo lo que implica tu ternura, que no tenga miedo a
estar a solas en ti, a mirar en el castillo interior donde tú habitas en mí y yo
en ti; Padre átame al nudo del cíngulo
que ata tus vestiduras, que arda mi voz clamando la tuya, que viva yo para contemplarte, reflejarte y
adorarte en cada instante de mi vida.
Amén.
Rocío Rio
No hay comentarios.:
Publicar un comentario