miércoles, 15 de julio de 2015

LA MEDITACIÓN DE HOY.

Gloria y majestad a ti Señor, porque cada día nos das la oportunidad de un nuevo día, gloria y honor a ti que nos has dado el don de la vida, de una mañana para nuevamente amar y recomenzar, nos has hecho fruto de la promesa máxima del amor; de ese amor sin medida, de ese amor gratuito y absoluto. Hoy nada me hace dudar.Yo sé que siempre estás ahí a la espera de quien desea sentirse amado, perdonado y  consolado; a la espera de quien desea decirte cuánto te ama, cuánto te  anhela y lucha por permanecer en ti; de quien pone sus manos vacías para que las llenes en tu servicio, y quien se embelesa con  tu dulce mirada a la  dulce espera.
   Padre, bálsamo de nuestro espíritu, regala a nuestros corazones mansedumbre para hacer tu voluntad, dános sencillez y humildad, para que  vivamos fieles a ti; que no sólo estemos orgullosos de llamarnos  tus hijos,  sino que vivamos para hacer tu mandato; que estemos orgullosos de saber la verdad y vayamos por el mundo dando testimonio con la alegría de sabernos  hermanos en ti, por conocer tu gran misericordia, la plenitud de obrar de acuerdo a tu palabra, y que nunca falte en nosotros la caridad por aquellos que de ti no saben nada.
   Que seamos conscientes de que no basta pronunciar con la boca cuanto te amamos y deseamos seguirte, sino que vivamos como verdaderos hijos de Dios,   fieles a construir un templo para ti en el cuerpo y alma que nos has dado; que nuestras obras hablen de quien habita en nosotros; permite que comprendamos  que  no basta con desear hacer el bien, hay que obrar bien; que no basta estar  sedientos de ti, hay que ir en  busca de ti; que sólo tú, mi Señor, eres el manantial de vida que sacie la sed.
   Da a nuestros ojos claridad para encontrar la luz de tu Espíritu que nos inspira para hacer aquello que hace arder el corazón con la seguridad de que hemos obrado de acuerdo a ti; y como soplo del viento que arrasa a su paso, así sé tú  sobre mí, llega sigiloso e impetuoso llevándote todo aquello que me aparte de ti.
 Ven a mí Padre, sé mi alegría y melodía, sé la razón de cada día… hasta nuevamente descansar en ti. Amén.

Rocío Río

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