Hemos
escuchado en diferentes ocasiones que somos peregrinos de esta vida, que vamos
camino a la vida eterna, que esta tierra es sólo para pasar.
El tiempo de estancia
es breve comparado con el tiempo de permanencia en la casa celestial.
Pero nos hemos
preguntado ¿qué es ser peregrino?
Algunas características
son:
El agradecimiento ante
los obstáculos que se presentan durante el viaje, pues cada momento se
convierte en una oportunidad de ofrecimiento.
El peregrino, camina
con los ojos al frente para ver a su hermano sin distinguir su religión,
posición económica, cultura, o nacionalidad. Pero en momentos tiene que bajar
la cabeza para disculparse o perdonar a algún compañero, señal de humildad.
Aunque lo más importante es cuando su mirada se fija arriba, en el cielo
levantando una plegaria de petición, agradecimiento, o adoración.
Un verdadero peregrino,
busca la oportunidad de vivir la misericordia, con la certeza de que a esta
vida pasajera solo vino a servir.
Busca a Dios en todo
momento para conocerle más, para amarle más, para darlo a los demás.
El peregrino planea su
breve estancia sabiendo que ni el tiempo ni las circunstancias dependen de él,
sino de Él.
El peregrino camina
ligero, solo con lo más indispensable para el viaje, pues tiene la seguridad de
que Dios le va a proporcionar lo necesario.
Sabe que en cada paso
va dejando una huella y por ello trata de dar testimonio para imprimir en el
corazón de los demás el amor a Jesús.
El peregrino se
alimenta de la sonrisa de un niño, bebe de la mirada de un anciano, sin olvidar
nunca la bendición de los alimentos.
Nunca olvida su brújula
pues puede perder el camino. Su oración es parte de su ser debido a la
dependencia con el Amado, además de dedicar tiempo a las obras de caridad, no le
niega nunca la lectura diaria del evangelio, el rezo diario del rosario, si es
posible la Santa Misa, y su meditación para que sea Él quien como la mejor
brújula indique el camino.
El turista, quiere
conocer el entorno, la cultura, los espectáculos, restaurantes para paladear un
buen platillo y una copa de vino.
Él exige un buen trato porque siete que merece sino es que dice que paga por ello.
Lleva todo lo necesario y lo que falte lo compra. Además de traer consigo regalos, y recuerdos del lugar.
Lleva siempre su cámara
para no olvidar en dónde estuvo.
Promete que seguirá en
contacto con las personas que conoció para mantener una amistad y si es posible
regresar a visitarlos o pagar la visita recibiéndoles en su casa.
Busca conocer lo más
posible para aumentar sus conocimientos. Descansar, comer, beber, disfrutar.
El turista planea su
viaje desde y para satisfacer sus gustos.
Su mirada se postra en
lo material, de repente admira la grandeza de la naturaleza que se cruza en su
camino que le grita en silencio esperando vea a su creador.
El turista "católico", va
a misa el domingo si le es “posible”.
El turista no vive como
peregrino de éste mundo, sino como parte de él.
¿Tu qué eres, Turista o
Peregrino?
Sandra Lillingston
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