miércoles, 20 de mayo de 2015

PREPARACIÓN PARA RECIBIR AL ESPÍRITU SANTO




PENTECOSTÉS: Etimológicamente, la palabra proviene del latín Pentecoste, y esta a su vez del griego πεντηκοστή, (pentecosté), que puede traducirse como quincuagésimo. El concepto se utiliza para nombrar la fiesta celebrada por la Iglesia católica el quincuagésimo día que sigue a la Pascua de Resurrección. Cincuenta días después de la pascua de resurrección, con Pentecostés se termina la pascua.

Los judíos celebraban una fiesta para dar gracias por las cosechas, 50 días después de la pascua. De ahí viene el nombre de Pentecostés. Luego, el sentido de la celebración cambió por el dar gracias por la Ley entregada a Moisés.

En esta fiesta recordaban el día en que Moisés subió al Monte Sinaí y recibió las tablas de la Ley y le enseñó al pueblo de Israel lo que Dios quería de ellos. Celebraban así, la alianza del Antiguo Testamento que el pueblo estableció con Dios: ellos se comprometieron a vivir según sus mandamientos y Dios se comprometió a estar con ellos siempre.

La gente venía de muchos lugares al Templo de Jerusalén, a celebrar la fiesta de Pentecostés.

En el marco de esta fiesta judía es donde surge nuestra fiesta cristiana de Pentecostés.


Las primeras alusiones se encuentran en los escritos de San Irinéo, Tertuliano y Orígenes.
En el siglo IV se festejaba ya en la Iglesia.


Es cuando los apóstoles acaban de entender lo para qué fueron preparados por los tres años por Jesús y dando el valor a los dones que se reciben.


El descenso del Espíritu Santo, inicio de la Iglesia naciente, es la fiesta más importante después de la Pascua y la de Navidad.

La Promesa del Espíritu Santo
 
Durante la Última Cena, Jesús les promete a sus apóstoles: Mi Padre os dará otro Abogado, que estará con vosotros para siempre: el espíritu de Verdad (San Juan 14, 16-17).

Más adelante les dice: Les he dicho estas cosas mientras estoy con ustedes; pero el Abogado, El Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, ése les enseñará todo y traerá a la memoria todo lo que yo les he dicho. (San Juan 14, 25-26).

Al terminar la cena, les vuelve a hacer la misma promesa: Les conviene que yo me vaya, pues al irme vendrá el Abogado,... muchas cosas tengo todavía que decirles, pero no se las diré ahora. Cuando venga Aquél, el Espíritu de Verdad, os guiará hasta la verdad completa,... y os comunicará las cosas que están por venir (San Juan 16, 7-14).

Oración:

Dios mío te doy gracias por tanto amor.
Tú Padre, conoces mis debilidades y sabías que sola no iba a poder, es tan grande ti amor que has mandado al paráclito para que me consolara y me guiara todos los días hasta que llegue a Ti, mi único Dios.

Ayúdame Padre a valorar el don, la compañía del Espíritu Santo, que es quien me impulsa a pensar, hablar y actuar conforme a tu voluntad. Es Él quien me guía por el camino del amor y de la verdad.

Espíritu Santo te pido enciende mi corazón para que ame e ilumine a todos los que se cruzan en mi camino. Que sea luz para guiar a todo el que no ve por donde caminar, Tú que eres fuente de agua viva, haz que sea agua que quite la sed de mi hermano.




Hechos de los apóstoles 2, 1-13

Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar.
De repente vino del cielo un ruido, como el de una violenta ráfaga de viento, que llenó toda la casa donde estaban, y aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y fueron posándose sobre cada uno de ellos.
Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía que se expresaran.
Estaban de paso en Jerusalén judíos piadosos, llegados de todas las naciones que hay bajo el cielo.
Y entre el gentío que acudió al oír aquel ruido, cada uno los oía hablar en su propia lengua. Todos quedaron muy desconcertados y se decían, llenos de estupor y admiración: «Pero éstos ¿no son todos galileos? ¡Y miren cómo hablan!
Cada uno de nosotros les oímos en nuestra propia lengua nativa.
Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, habitantes de Mesopotamia, Judea, Capadocia, del Ponto y Asia, de Frigia, Panfilia, Egipto y de la parte de Libia que limita con Cirene. Hay forasteros que vienen de Roma, unos judíos y otros extranjeros, que aceptaron sus creencias, cretenses y árabes. Y todos les oímos hablar en nuestras propias lenguas las maravillas de Dios.»
Todos estaban asombrados y perplejos, y se preguntaban unos a otros qué querría significar todo aquello.» Palabra de Dios.

Oración:

Te pido me embriaguez de amor por la Santísima Trinidad que pierda mi voluntad para hacer simplemente lo que es agradable a tus ojos.

Dame la gracia de dibujar una sonrisa en el rostro de Jesús, de mi Jesús amado que ha dado la vida por mi. Espíritu Santo, apodérate de mi para que actúe siempre dando gloria a Dios, vacíame de mi y llena mi ser de tu Santo Espíritu.




¿Quién es el Espíritu Santo?

El Espíritu Santo es Dios, es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad. La Iglesia nos enseña que el Espíritu Santo es el amor que existe entre el Padre y el Hijo. Este amor es tan grande y tan perfecto que forma una tercera persona. El Espíritu Santo llena nuestras almas en el Bautismo y después, de manera perfecta, en la Confirmación. Con el amor divino de Dios dentro de nosotros, somos capaces de amar a Dios y al prójimo. El Espíritu Santo nos ayuda a cumplir nuestro compromiso de vida con Jesús.

Oración:


María, enséñame el camino para seguir a Jesús por la senda de la fe. Que esta oración me ayude a crecer en la docilidad, el silencio y la escucha que caracterizaron tu vida, para que pueda cumplir siempre la voluntad de Dios en la mía.  

Petición:

Señor, dame tu gracia para que consagre toda mi vida a extender tu Reino, siguiendo el ejemplo de María y José que supieron cumplir plenamente con su misión.



Lectura del santo Evangelio según san Lucas 2, 22-40

Transcurrido el tiempo de la purificación de María, según la ley de Moisés, ella y José llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley: Todo primogénito varón será consagrado al Señor, y también para ofrecer, como dice la ley, un par de tórtolas o dos pichones.

Vivía en Jerusalén un hombre llamado Simeón, varón justo y temeroso de Dios, que aguardaba el consuelo de Israel; en él moraba el Espíritu Santo, el cual le había revelado que no moriría sin haber visto antes al Mesías del Señor. Movido por el Espíritu, fue al templo, y cuando José y María entraban con el niño Jesús para cumplir con lo prescrito por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios, diciendo:


«Señor, ya puedes dejar morir en paz a tu siervo, según lo que me habías prometido, porque mis ojos han visto a tu Salvador, al que has preparado para bien de todos los pueblos; luz que alumbra a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel».


El padre y la madre del niño estaban admirados de semejantes palabras. Simeón los bendijo, y a María, la madre de Jesús, le anunció:

«Este niño ha sido puesto para ruina y resurgimiento de muchos en Israel, como signo que provocará contradicción, para que queden al descubierto los pensamientos de todos los corazones. Y a ti, una espada te atravesará el alma».


Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana. De joven, había vivido siete años casada y tenía ya ochenta y cuatro años de edad. No se apartaba del templo ni de día ni de noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones.


Ana se acercó en aquel momento, dando gracias a Dios y hablando del niño a todos los que aguardaban la liberación de Israel.


Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y fortaleciéndose, se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios estaba con él.

Palabra del Señor.

Meditación (profundización propuesta, si bien se sugiere sea algo personal)
La alegría que viene del Espíritu Santo.

«Todo es alegría. Pero nosotros cristianos no estamos muy acostumbrados a hablar de alegría, de gozo. Creo que muchas veces nos gustan más los lamentos. ¿Qué es la alegría? La clave para comprender esta alegría es lo que dice el Evangelio: Isabel fue colmada de Espíritu Santo. Es el Espíritu Santo quien nos da la alegría. Pensemos en ese momento en el que la Virgen y san José llevaron a Jesús al templo para cumplir la Ley. Estaban también allí dos ancianos; pero el Evangelio no dice que estos fueron allí para cumplir la Ley, sino más bien impulsados por la fuerza del Espíritu Santo. El Espíritu les condujo al templo. De modo que, ante Jesús, hacen una oración de alabanza: éste es el Mesías, ¡bendito sea al Señor! Y hacen también una liturgia espontánea de alegría. Es la fidelidad madurada durante tantos años de espera del Espíritu Santo lo que hace que este Espíritu venga y les dé la alegría» (S.S. Francisco, 31 de mayo de 2013, homilía en misa matutina en capilla de Santa Marta).

Diálogo con Cristo:

Dedica unos minutos a tener un diálogo espontáneo con Cristo, de corazón a Corazón, a partir de lo que haya llegado al propio interior, de lo que te haya dicho Dios.


 

1831 CCI los dones del ES
Están basados en Isaias 11, 1-2.
Los dones llevan a la perfección las virtudes humanas.

1.- Sabiduria,
2.-Inteligencia
3.- Temor de Dios
4.- Piedad
5.- Don de consejo
6.- Fortaleza
7.- Ciencia.

En esta fiesta se utiliza el color rojo = el fuego del Espíritu Santo.



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