miércoles, 26 de agosto de 2015

LA MEDITACIÓN DE HOY...



27 agosto 2015

       Señor  nada tengo que ocultarte, aquí como libro abierto esta mi ser, Tú mi Padre  Creador vengo a ti arrepentida  por todas las veces que  te he fallado, por todas las veces que mi oración no es de corazón si no un repetir palabras sin comprender lo que digo,  vengo aquí sabiendo que mil veces he caído y vuelto a fallar, pero algo hay en mí que siempre me hace volver a ti aunque no sepa bien amarte.

     Muchas veces las flores que adornan mis ramas se ven bellas pero el interior de mis raíces están secas, mis manos vacías, mi mente dispersa y mi voluntad desgastada, como quisiera amarte más, amarte con ese amor incondicional del  que tanta gente habla, ¿por qué yo no sé amarte así? Cuanto mi alma anhela que seas lo primero en mis pensamientos, mi mañana y  mi descanso, enséñame a amarte como tu amas, como ellos claman, enséñame como santa Mónica a saber esperar, a no desesperar y perderme en tu silencio.

    Mi amado Jesús quiero derramar en ti lo más intimo de mi ser, disfrutar del  fruto de la misericordia del la que tanta gente  habla, ¿yo también puedo merecerla? Padre, realmente ¿soy digno de ti?   ¿a pesar de mi ingratitud? ¿de mi indiferencia? rescátame Padre! hazme volver a ti con mis raíces firmes, con un corazón ardiente de permanecer cerquita a  ti, de saberme perdonada y renovada.    Padre eres el único que puede llenar de agua viva el desierto de mis pensamientos indomables que me hunden en profunda tristeza y abaten la fuerzas que guardo para continuar, que tu gracia Padre  me haga participe de la libertad.

    Veo a tantas personas  que viven en ti, que hablan de ti, viven  el día dando su vida por ti, sus  palabras me dicen mucho pero sus obras  acarician mis deseos, ellas me muestran sus rostros y almas confiados y plenos, en ellos puedo ver que si se puede dejar a un lado las debilidades humanas para continuar, yo quiero ser de ellos, aunque quizás mi boca hable menos pero mi actos sean realmente solo vivir como tu amado Jesús, quiero ser como San Pablo que en un rayo de luz sacudas mis entrañas y me hagas un hombre nuevo, tú que eres Poderoso ven a mi dame tu perdón y lléname de ti, infunde en mi vida  coherencia,  autenticidad de discípulo, y que nunca la frialdad invada nuevamente mi alma.

   Te pido en especial  este día Altísimo y poderoso Señor, que las heridas de hoy no me apartan de una vida de gracia, que  sea restaurado en tus manos, que confié en tu providencia  y en claridad  de  tu palabras,  enséñame a dejar todo para ir en busca de ti, que no me aparten las cosas humanas de las cosas divinas y mi corazón solo anhele la unción de tu amor, la enseñanza  de Cristo y el abrazo  de María  que tanto en busque.

Amén.


Rocío Rio

lunes, 24 de agosto de 2015

LA INQUISICIÓN




Los historiadores están ahora evaluando la Inquisición de manera diferente a cómo ha sido vista hasta ahora por católicos y no católicos. Esta visión a manera de leyenda negra ha sido promovida por los enemigos de la Iglesia.

Sucedió que, después de estudiar los Archivos Vaticanos sobre la Inquisición, abiertos al final del Pontificado de Juan Pablo II, periodistas e historiadores van concluyendo que hay muchos mitos que desmontar en nombre de la verdad histórica, pues se ha podido verificar que la historia que hasta ahora hemos conocido sobre la Inquisición está llena de mitos fabricados de manera interesada.

 Así que, lo que hemos oído y visto en libros (ahora magnificado en los medios de comunicación social) “fueron realmente la excepción “Y, aunque no se pretenda defender los abusos que EXISTIERON el pasado hay que valorarlo según sus categorías, no según las nuestras.

La Iglesia no teme la verdad histórica, ahora demostrada por estas veraces investigaciones. La Iglesia tampoco teme reconocer errores y abusos. De allí que el Papa Juan Pablo II -durante las celebraciones del milenio realizadas por la Iglesia Católica en el 2000- pidió perdón por los pecados cometidos por los católicos en nombre de la fe, a lo largo de la historia, incluyendo los abusos cometidos durante la Inquisición Los resultados publicados en las actas de los estudios vaticanos indicaron que había muchos mitos que desmontar en nombre de la verdad histórica”.

…..PERO Qué fue la Inquisición y cuál es la verdadera historia?
Para los no católicos la Inquisición es un escándalo. Para los católicos una vergüenza. Y para todos, una confusión.

Entonces, hay que saber y tener en cuenta que la historia sobre la Inquisición ha sido escrita en su mayor parte por los detractores y enemigos de la Iglesia Católica. Y he allí el primer problema de apreciación.

Hay que considerar que lo que hoy puede parecer un horror, hace siglos eran prácticas comunes en esas épocas, tan generalizadas que otras religiones también practicaban inquisiciones. De hecho, los protestantes y los musulmanes practicaron sus respectivas “inquisiciones”, además de aplicar la tortura a quienes representaban un peligro para su religión y para el Estado.
¿O es que Acaso No estamos viendo una inquisición en pleno siglo XXI a manos de grupos extremistas islámicos sobre nuestro hermanos cristianos perseguidos?…….

LULÚ SAAVEDRA


domingo, 23 de agosto de 2015

HOY ES TIEMPO DE VOLVER A INICIAR...



Una vez más estamos en época de iniciar un nuevo ciclo escolar, y con ello vienen nuevos propósitos. 

Algunos impuestos por la misma situación, levantarnos temprano, organizar la ropa y los útiles de los alumnos, tener preparado el desayuno y el lonche para la familia.

Pero otros muchos propósitos son opcionales, tú los puedes elegir.  Como hacer ejercicio, comenzar la dieta, leer un libro, tomar un curso, terminar mi carrera, etc. 

A esos yo agregaría hacer oración, buscar un grupo de Biblia en mi parroquia,  informarme acerca de lo que pasa en mi Iglesia hay temas actuales como el sínodo de la familia. 

Hacer un apostolado o voluntariado que me permita ayudar a los demás de una forma organizada. Como ir a visitar a los enfermos, ir a leerles la Palabra de Dios a los presos, donar sangre, compartir los alimentos con los más necesitados, dar un rato de mi tiempo para los huérfanos, ayudar al Señor Cura en la parroquia, proclamando la Palabra de Dios en misa, dando catecismo, algún tipo de platicas, ayudando a organizar la sacristía o lo que se necesite.

Es importante recordar que las personas somos cuerpo y espíritu, y al igual que se necesita alimentar y ejercitar el cuerpo o ir al doctor cuando estoy enfermo. De la mima manera hemos de alimentar el espíritu con oración, con la Palabra de Dios, con la Eucaristía, con la ayuda al prójimo. Y acercarnos a la confesión como cuando vamos al doctor.

Hoy tienes una nueva oportunidad de ser mejor persona, ve al frente y determínate a vivir con una sonrisa cada día, sabiendo que has aprovechado el tiempo en algo que realmente vale la pena.

Revisa cada noche si lo hiciste, cómo lo hiciste y para quién lo hiciste. Por la mañana renueva el propósito, quita los obstáculos que te limitan a crecer, confía en Dios y vuelve a empezar.

Las palabras se las lleva el viento, pero el ejemplo arrastra.
Pongamos nuestro granito de arena para ser mejores personas, mejores familias para una mejor sociedad.

El tiempo pasa y no regresa.

Sandra Lillingston


viernes, 21 de agosto de 2015

EL PERDÓN





Si enseñamos a los hijos a pedir perdón, también enseñémosles a perdonar
Por: P. Sergio G. Román | Fuente: Semanario Desde la Fe

Nicolás Bravo, héroe del perdón

Don Leonardo Bravo amaba mucho a su patria; por eso, cuando se inició la lucha por la independencia, él, su hermano Miguel y su hijo Nicolás, se enrolaron como soldados, dispuestos a dar su vida. A don Leonardo lo tomaron prisionero y lo trajeron a México donde fue fusilado el 13 de septiembre de 1812.
Mientras tanto, su hijo, don Nicolás, venció a los españoles en la batalla del Palmar y les tomó 300 prisioneros. Ése mismo día recibió la noticia del fusilamiento de su padre. Lleno de dolor, su primera reacción fue ordenar que fusilaran a todos sus prisioneros al amanecer del día siguiente. Humanamente hablando era lo lógico, pero esa noche don Nicolás ganó otra batalla, la más importante de su vida, la batalla contra su deseo de venganza, y ¡perdonó la vida a los 300 prisioneros, además de ordenar su liberación!

Perdón y clemencia

El perdón es no tomar en cuenta la culpa. Clemencia es perdonar también la pena, y todo esto por benevolencia, es decir, por el amor de aquel que perdona.

Cuando alguien me ofende tiene culpa y merece una pena. Si la culpa es grave, la pena la aplica la autoridad designada para ejercer justicia. Si la culpa es leve, la pena suele ser que yo ya no le hable a esa persona, que la borre de la lista de mis amigos y que jamás vuelva a beneficiarla. Pero si procedo a hacerle el mal, entonces hablamos de venganza que suele ser más injusta que la ofensa original.
Lo contrario al amor es el odio y es este sentimiento el que nos lleva a guardar rencores interminables y a planear venganzas que nos hacen más indignos que el que nos ofendió. El odio nace de un exagerado amor a nosotros mismos, es decir, de nuestro egoísmo. Se dice que sufre más el que odia que el odiado y es muy cierto.

¿Por qué perdonar?

El perdón nace de la bondad natural de la persona o del amor natural que se tiene al que cometió la culpa. Los padres perdonan con mucha facilidad las faltas de los hijos porque los quieren.
Cuando se perdona una gran culpa, entonces se habla de que el que perdona tiene magnanimidad. Si además se perdona el castigo merecido por la culpa, entonces es clemente.
Los cristianos perdonamos, además, por nuestros principios evangélicos.
En la solapa de un católico vi un escudito que decía 70X7 y, de pronto, no capté el significado. Le pregunté y me dijo lleno de orgullo por sus conocimientos bíblicos: “Jesús le dijo a Pedro que perdonara setenta veces siete”. (Mt 18, 21)
Los que seguimos a Jesús perdonamos siempre. Perdonamos como el Padre Dios nos perdona (Mt 6, 12).

Perdón y castigo

Si enseñamos a los hijos a pedir perdón, también enseñémosles a perdonar.
El perdón está muy relacionado con la justicia. El hijo flojo puede pedir perdón por no haber aprovechado la escuela. Los papás ciertamente lo perdonan, pero, en justicia, deben corregir al hijo e incluso aplicarle un castigo correctivo que lo enseñe a ser responsable de sus obligaciones. Se perdona la culpa, pero se le pide al hijo que no salga de la casa, que no vaya con los amigos, que no vea televisión, para que recupere el tiempo perdido en sus estudios. No es una venganza, es un castigo justo que el hijo deberá cumplir incluso con alegría porque sus padres lo perdonaron. ¡Cuidado! Si el castigo denigra, es venganza.

Te perdono, pero ni creas que se me olvida

Cuando el que nos ofende es un ser muy querido, causa en nosotros un gran dolor unido a la desilusión natural por la pérdida de la confianza en el ser amado. Se puede perdonar, incluso se desea perdonar, pero ¿cómo restaurar la confianza? Se ha perdido la ilusión y va a ser muy difícil que renazca.
El que ofende y pide perdón debe comprender que pasará mucho tiempo para que se vuelva a la confianza original y que a él le toca hacer méritos para que “se le olvide” la ofensa al ser amado.

Sus hijos aprenderán a perdonar...
Si ustedes, esposos, no permiten que se ponga el sol sobre su enojo.
Si no se aplican esa ley del hielo que mata de frío el amor conyugal.
Si son capaces de reconciliarse con esos parientes que no los quieren.
Si no se hacen del rogar ni piden condiciones cuando sus hijos piden su perdón.
Si ustedes mismos reconocen sus culpas y piden el perdón de los hijos humildemente.
Si oran con sus hijos por las personas que les hacen daño.
Si les piden que se perdonen entre hermanos simplemente porque se quieren.

jueves, 20 de agosto de 2015

LA MEDITACIÓN DE HOY...



Querido Padre en estos días has permitido que tenga la oportunidad de estar cercana a muchas mujeres de diferentes edades, diversidad cultural, social y económica cosa que agradezco profundamente pues enriqueces mi vida con cada una de ellas, sabes mi Dios…. Llama mi atención en la mayoría poseen algo en común, tristeza, resentimiento, frustración, impotencia, dolor y desamor, percibo cansancio y desaliento en cada palabra, cada relato hace palpitar mi corazón con una fuerza a galope e imagino el tuyo cuando lees en cada corazón! 


Lo único que viene a mí Padre es el profundo deseo de trabajar más para ti, dejarme guiar por ti, transmitir tu grandeza, tu palabra, lo inmenso de tu misericordia, a no creer que todo está aprendido y no dejo de imaginarte abrazado a tu cruz recordando lo que has dado por cada uno de nosotros, como entonces me voy a rendir? debo de seguir disponiendo mi alma y mi mente a tu voluntad, muchas veces solo cuento con minutos para acariciar la confianza de quien abre a mí su historia, mis fuerzas señor son minúsculas, mi tiempo es corto y mi sabiduría muy pequeña, sin embargo tu mi Padre y Creador posees la grandeza, la sabiduría, el poder y el conocimiento de todo! 


Hazte presente así como en tiempos de Galilea y del otro lado del Jordán que por donde ibas caminando sanabas… necesitamos sanación nuevamente mi Señor, necesitamos de tu ímpetu y poder sobre los hogares, los hombres y mujeres a quienes tu mi Dios un día pensaste para ser parte de esta creación, necesitamos de tu fuerza para mover corazones.

Hoy te pido Padre que no me baste escuchar, que pueda transmitirte, que venga a mí y me acompañe la gracia de tu Espíritu Santo al usar tu palabra, que pueda compartir de manera precisa las escrituras que son palabra viva, palabras que no tienen tiempo de caducidad, que son tan actuales como hoy las leyes aberrantes que los hombres acatamos sin reparar en el daño que las mismas hacen a nuestro ser, derrama tu luz para que tengamos fe en tus anhelos plasmados en la escritura, a seguir de pie… cuando no damos más , que reaccionemos ya que el tiempo es hoy, hoy que el mundo es arduo, hoy que los hombres somos víctimas de nuestra propia apatía y soberbia.

Tú, nuestro Padre que puedes conocernos aun donde nosotros no alcanzamos a interiorisar, Tú mi amado que posees un sagrado corazón, que sabes amar en el actuar, que puedes hacer milagros, ven y sana corazones endurecidos, confundidos y agobiados, permítenos formar puentes para tomarnos de tu mano y seguirte.

Meditando hoy cobran vida tus palabras en Eclesiástico 30, 21-23 No te dejes llevar por la tristeza, ni dominar por las preocupaciones porque la tristeza perdió a muchos y no sirve para nada, alégrate pues la alegría mantiene al hombre con vida. 

Anímanos, motívanos rey de verdad y salvación para que tu sangre derramada no quede en palabra o historia, que cada gota tome vida en nosotros, que se vuelva vida para nuevamente hacer latir un corazón, que construyamos el valor o sentimiento que tú nos mandas para revelarla en nuestro lenguaje, en nuestras decisiones y en nuestros actos ALEGRIA, alegría de sabernos hechos por el pincel que reposa en las manos de nuestro maestro, artífice de la vida. Amén

Rocío Rio

sábado, 8 de agosto de 2015

EL TESORO DE NUESTRO BARRO



Carta del arzobispo de Buenos Aires y Primado de la Argentina,
cardenal Jorge Mario Bergoglio SJ


“Nosotros llevamos ese tesoro en recipientes de barro, para que se vea bien que este poder extraordinario no procede de nosotros, sino de Dios.”
2° Corintios 4,7
Durante todo este año, estamos intentando, como Iglesia Arquidiocesana, cuidar la “fragilidad de nuestro pueblo” haciéndolo incluso tema y estilo de la misión arquidiocesana.

En esta línea, quisiera que también el tema de la “fragilidad” esté presente en la carta que año tras año les escribo con motivo de la Fiesta de San Pío X, patrono de los catequistas.

En el 2002 los invitaba a reflexionar sobre la misión del catequista como adorador, como aquél que se sabe ante un misterio tan grande y maravilloso que lo desborda hasta convertirse en plegaria y alabanza.Hoy me animo a insistirles en este aspecto.

Ante un mundo fragmentado, ante la tentación de nuevas fracturas fraticidas de nuestro país, ante la experiencia dolorosa de nuestra propia fragilidad, se hace necesario y urgente, me animaría a decir, imprescindible, ahondar en la oración y la adoración. Ella nos ayudará a unificar nuestro corazón y nos dará “entrañas de misericordia” para ser hombres de encuentro y comunión, que asumen como vocación propia el hacerse cargo de la herida del hermano. No priven a la Iglesia de su ministerio de oración, que les permite oxigenar el cansancio cotidiano dando testimonio de un Dios tan cercano, tan Otro: Padre, Hermano, y Espíritu; Pan, Compañero de Camino y dador de Vida.

Hace un año les escribía: “...Hoy más que nunca se hace necesario adorar para hacer posible la projimidad que reclaman estos tiempos de crisis. Sólo en la contemplación del misterio de Amor que vence distancias y se hace cercanía, encontraremos la fuerza para no caer en la tentación de seguir de largo, sin detenernos en el camino...”

Justamente el texto del Buen Samaritano (Lc 10,25-37) fue el que iluminó el Tedeum del 25 de mayo de este año. En el mismo invitaba a “resignificar toda nuestra vida -como personas y como Nación- desde el gozo de Cristo resucitado para permitir que brote, en la fragilidad misma de nuestra carne, la esperanza de vivir como una verdadera comunidad...”

Anunciar el Kerygma, resignificar la vida, formar comunidad, son tareas que la Iglesia les confía de un modo particular a los catequistas. Tarea grande que nos sobrepasa y hasta por momentos nos abruma. De alguna manera nos sentimos reflejados en el joven Gedeón que ante el envío para combatir ante los madianitas se siente desamparado y perplejo  ante la aparente superioridad del enemigo invasor (Ju 6,11-24). También nosotros, ante esta nueva invasión pseudocultural que nos presenta los nuevos rostros paganos de los “baales” de  antaño, experimentamos la desproporción de las fuerzas y la pequeñez del enviado.

Pero es justamente desde la experiencia de la fragilidad propia en donde se evidencia la fuerza de lo alto, la presencia de Aquél que es nuestro garante y nuestra paz.

Por eso, me animo en este año a invitarte a que con la misma mirada contemplativa con la cual descubres la cercanía del Señor de la Historia, reconozcas en tu fragilidad el tesoro escondido, que confunde  a los soberbios y derriba a los poderosos. Hoy el Señor nos invita a abrazar nuestra fragilidad como fuente de un gran tesoro evangelizador. Reconocernos barro, vasija y camino, es también darle culto al verdadero Dios.

Porque sólo aquel que se reconoce vulnerable es capaz de una acción solidaria. Pues conmoverse (“moverse-con”), compadecerse (“padecer-con”) de quien está caído al borde del camino, son actitudes de quien sabe reconocer en el otro su propia imagen, mezcla de tierra y tesoro, y por eso no la rechaza. Al contrario la ama, se acerca a ella y sin buscarlo, descubre que las heridas que cura en el hermano son ungüento para las propias. La compasión se convierte en comunión, en puente que acerca y estrecha lazos.

Ni los salteadores ni quienes siguen de largo ante el caído, tienen conciencia de su tesoro ni de su barro. Por eso los primeros no valoran la vida del otro y se atreven a dejarlo casi muerto. Si no valoran la propia, ¿cómo podrán reconocer como un tesoro la de los demás?
Los que siguen de largo a su vez, valoran su vida pero parcialmente, se atreven a mirar sólo una parte, la que ellos creen valiosa: se saben elegidos y amados por Dios (llamativamente en la parábola son dos personajes religiosos en tiempos de Jesús: un levita y un sacerdote) pero no se atreven a reconocerse arcilla, barro frágil. Por eso el caído les da miedo y no saben reconocerlo, ¿cómo podrán reconocer el barro de los demás si no aceptan el propio?

Si algo caracteriza la pedagogía catequística, si en algo debería ser experto todo catequista, es en su capacidad de acogida, de hacerse cargo del otro, de ocuparse de que nadie quede al margen del camino.  Por eso, ante la gravedad y lo extenso de la crisis, ante el desafío como Iglesia Arquidiocesana de comprometernos en “cuidar la fragilidad de nuestro pueblo” te invito a que renueves tu vocación de catequista y pongas toda tu creatividad en “saber estar” cerca del que sufre, haciendo realidad una “pedagogía de la presencia”, en el que la escucha y la projimidad no sólo sean un estilo sino contenido de la catequesis.

Y en esta hermosa vocación artesanal de ser “crisma y caricia del que sufre” no tengas miedo de cuidar la fragilidad del hermano desde tu propia fragilidad: tu dolor, tu cansancio, tus quiebres; Dios las transforma en riqueza, ungüento, sacramento. Recordá lo que juntos meditábamos el día de Corpus: hay una fragilidad, la Eucarística, que esconde el secreto del compartir. Hay una fragmentación que permite, en el gesto tierno del darse, alimentar, unificar, dar sentido a la  vida.

Que en esta fiesta de San Pío X, puedas en oración presentarle al Señor tus cansancios y fatigas, como la de las personas que el Señor te ha puesto en tu camino. Y dejes que el Señor abrace tu fragilidad, tu barro, para transformarlo en fuerza evangelizadora y en fuente de fortaleza.  Así lo experimentó el Apóstol Pablo:

“Estamos atribulados por todas partes, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no aniquilados. Siempre y a todas partes, llevamos en nuestro cuerpo los sufrimientos de la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo.”
2° Corintios 4,8-10
Es en la fragilidad donde somos llamados a ser catequistas. La vocación no sería plena si excluyera nuestro barro, nuestras caídas, nuestros fracasos, nuestras luchas cotidianas: es en ella donde la vida de Jesús se manifiesta y se hace anuncio salvador. Gracias a ella descubrimos los dolores del hermano como propios. Y desde ella, la voz del profeta se hace Buena Nueva para todos:

“Fortalezcan los brazos débiles, robustezcan las rodillas vacilantes;   digan a los que están desalentados: «¡Sean fuertes, no teman: ahí está su Dios!... Él mismo viene a salvarlos!».
Entonces se abrirán los ojos de los ciegos y se destaparán los oídos de los sordos; entonces el tullido saltará como un ciervo y la lengua de los mudos gritará de júbilo, los acompañarán el gozo y la alegría, la tristeza y los gemidos se alejarán.”
Isaías 35, 3.5
Que María, nos conceda valorar el tesoro de nuestro barro, para poder cantar con ella el Magníficat de nuestra pequeñez junto con la grandeza de Dios.
No dejes de rezar por mí para que también viva esta experiencia de límite y de gracia. Que Jesús te bendiga y la Virgen Santa te cuide. Con todo cariño.

21 de Agosto de 2003

Cardenal Jorge Mario Bergoglio, s.j.,
 arzobispo de Buenos Aires