Cristo murió por todos los hombres
1 Tm 2, 4- 6
Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad. Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también, que se entregó a sí mismo como rescate por todos.
El gran himno de la carta a los Filipenses, el Cristo OBEDIENTE hasta la muerte en la cruz es constituido por Dios Señor y Salvador de todo y de todos, por eso Dios lo elevó soberanamente y le confirió el Nombre sobre todo nombre, a fin de que al nombre de Jesús toda rodilla se doble, en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame que Jesús es el Señor, para la gloria de Dios Padre. (Flp. 2, 9-11)
Dios quiere que todos los hombres se salven, pero ha puesto en cada uno de nosotros la libertad para amarle, para aceptar la salvación. Ya que el amor ha de ser libre y la libertad solamente opta por el bien y Dios es el bien supremo.
Siendo Dios el juez que nos juzgara, puede ser que nos de temor, pero confiemos que es un juez amoroso.
Es seguro que existe el cielo y el infierno, pero también existe el purgatorio como una expresión de amor, de purificación que nos otorga la esperanza de llegar limpios y puros al cielo.
Hay que aceptar el infierno para escapar de él, aceptemos que el infierno es vivir eternamente alejados del amor, alejados de Dios por siempre.
Hoy tenemos la oportunidad de acudir a la misericordia de Dios, de aprovechar todas las herramientas, todas las oportunidades que pone para llegar a Él. Sacramentos, misas, oración y acción.
Dios quiere que todos los hombres se salven, que tú y que yo nos salvemos, somos parte de su cuerpo místico, ¿quién quisiera estar sin un miembro de su cuerpo? Así Dios quiere que todos vivamos en su amor, en su corazón, que gocemos de la alegría de su presencia por toda la eternidad.
Pero ¿Cómo respondo yo a esa invitación?
Hay qué me ha preguntado, ¿Cómo es posible que quien se arrepiente en el último momento se salve y quien ha llevado una vida de santidad y en el último momento peca se condene?
Pues la respuesta es que Dios nos va a juzgar dependiendo los talentos dados, ¿Qué talentos tienes? ¿En qué los has empleado? ¿Qué frutos has dado?
Santa Teresita del Niño Jesús el día de su profesión (8 de septiembre 1890) dijo: “Jesús, haz que salve a muchas almas, que no haya hoy ni una sola condenada y que todas las almas del purgatorio sean salvadas… Jesús, perdóname se digo cosas que no hay que decir, no quiero sino alegrarte y consolarte”.
Y siete años más tarde, el día de su muerte (30 de septiembre de 1897) confiaba “ nunca creí que fuera posible sufrir tanto. Solo puedo explicármelo por los ardientes deseos que he tenido de salvar a las almas”.
Ella era al igual que Santa Teresa de Ávila y otros muchos santos, una víctima de oblación, ella ofreció su vida para la salvación de las almas, por esas almas que ni siquiera conocía, por las personas de todas las épocas, por los pecadores y por los santos, por los niños y por los ancianos, por los sacerdotes y por los campesinos, por los pobres y por los ricos, por los enfermos y por los verdugos. Por ti y por mi.
Es importante que nos demos cuenta de que cada instante es una oportunidad de amar, y de salvar almas, de ofrecer lo bueno y lo no tan bueno para mi propia salvación y la salvación de los demás.
También hemos de vivir en agradecimiento constante por el gran amor que se nos manifiesta en la Cruz, esa cruz que fue el instrumento que expresa al máximo lo que es el dolor pero también lo que es el amor.
Jesús libremente quiso morir por ti y por mi para que llegáramos al cielo a reunirnos con Él, quiso pasar por ese dolor por amor, cuál grande es su amor, cuál grande es? que se entregó voluntariamente y cargó con todos mis pecados, con tus pecados para que pudiéramos disfrutar del paraíso.
Aprovecho para comentar que la cruz que cuelga de tu cuello, nos ha de recordar que Jesús murió por amor a mi, que Él es mi salvador, mi redentor. La cruz no es un amuleto de la buena suerte, es un recuerdo que me ha de llevar a responder, a agradecer, a amarlo con todo el corazón.
No podemos terminar el programa sin hablar de la misericordia, del año de la misericordia.
De las indulgencias plenarias que puedes aplicar para ti y para un alma del purgatorio. Será un gesto hermoso, como el de Santa Teresita, que cuando llegues a la presencia de Dios puedas entregarle una lista muy grande con el nombre de muchas almas a las que ayudaste a llegar al cielo.
Dios quiere que todas las almas se salven.
Todo ha sido creado por Él y para Él… y reconciliar por Él y para Él TODAS las cosas. Col 1, 16 - 20.
Sandra Lillingston
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