domingo, 21 de diciembre de 2014

Y LA PALABA SE HIZO CARNE




Creo en Ti Padre todopoderoso, creo que eres el creador de todo cuanto existe, eres el dador de vida, eres Dios Amor. En esta noche te doy gracias porque permites que esté ante Ti aquí en la capilla adorándote. Que gracia tan especial poder estar con el creador del universo. 
Te pido Padre que aumentes mi fe, que nunca dude de Ti.
Espero en Ti Jesús amado, espero poder vivir en Ti por toda la eternidad. Confío en Ti, me pongo en tus manos para que hagas conmigo lo que Tú quieras. 
Jesús mío permite que me refugie en tu corazón, deja que me acurruque en tu pecho como tu discípulo amado. Lléname de tu amor para que mi amor sea verdadero como el tuyo, lléname de ese amor que se transmite en cada respiro, amor que consuela y que abraza.
Te amo Señor con todo mi corazón, te amo y te bendigo. haz que arda mi corazón por ti, sé Tú mi luz en momentos de oscuridad. Que viva yo solo para hacer tu voluntad.
Al principio ya existía la Palabra. La Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. (Jn. 1, 1)
Señor Jesús, Hijo de Dios Padre, ¿cómo fue que quisiste venir a la tierra? Tú que eres Dios y que estabas junto al Padre, quisiste venir a la tierra, nacer en un pesebre y morir en una cruz. 
No es lógico, no es posible al entendimiento humano. Es realmente una locura.
En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres; la luz resplandece en la oscuridad, y la oscuridad no pudo sofocarla. (Jn 1, 4).
En Ti Jesús esta la vida, mi vida, mi eternidad. ¿Cuántas veces he estado en la oscuridad de mi pecado? ¿Cuántas veces me has regresado la luz?
Te doy gracias por tus sacramentos que me devuelven la luz de tu gracia. Bendito seas por el sacramento de la penitencia, que purifica y me regresa la posibilidad de vivir contigo, pegadita a Ti.
Eres Señor la luz que ilumina los senderos, esa luz que está al final del camino, eres Jesús la luz de la Eucaristía, cada comunión Señor me acerca al final del túnel, eres la luz que esta a la entrada de la eternidad, la luz que atrae al final del camino, eres la llave que abre la puerta del cielo.
Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. (Jn 1, 14)
Lleno de gracia y de verdad, has querido Señor padecer por mi. Señor Jesús, te pido me ayudes a responderte, dame tu gracia para no fallarte más. Quiero agradarte, quiero acariciarte y adorarte por toda la eternidad.
Ahora que estoy en este mundo en donde tengo la oportunidad de hablar de Ti, de adorarte en la Eucaristía, de amarte de una manera imperfecta. ayúdame, necesito de Ti, Tú que conoces mi vida, lo más profundo de mi corazón, Tú que sabes el por qué de mi actuar, te pido tengas compasión de mi.
Estamos a unos días de celebrar tu nacimiento, a unos días de celebrar lo que dice en tu Palabra “Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros”,  ¿cómo te voy a recibir? Señor como en aquellos tiempos te digo, no tengo un lugar digno en donde recibirte, sólo tengo este corazón de piedra como el pesebre de Belén. Pero quiero recibirte, quiero tenerte dentro de mí, Tú eres Dios, purifica mi corazón par que sea digo de recibirte, tú todo lo puedes. Ayudarme a prepararme para acogerte, amarte y adorarte por siempre Jesús.

Gracias por esa locura de haber querido bajar a la tierra pues sólo por ello puedo pretender llegar al cielo. Por tus méritos Señor, por tus méritos únicamente. Bendito y alabado seas por siempre.

martes, 16 de diciembre de 2014

EL MISTERIO DE SU PRESENCIA REAL EN LA EUCARISTÍA


Imaginemos un mártir que, antes de ser ejecutado por su verdugo, se acerca con calma hacia él y le dijera: "Señor, permítame primero besarle." Pues, eso es lo que Jesús hace la noche de la Cena. Antes de dejarse condenar y matar por los hombres, quiso besarles con ese beso de amor que es la comunión. Un beso capaz de curar en profundidad a todos aquellos que se atrevan a creer en Él.
La Eucaristía constituye verdaderamente la invención suprema del corazón de Cristo, que ha puesto su omnipotencia al servicio de su amor. Cristo, más y mejor que todos los enamorados del mundo, ha querido tener contacto personal, directo, inaudito, con todos los miembros de la Iglesia, la Esposa a quien ama con locura.

Es impresionante darme cuenta del gran amor de ese Niño, ese bebé que está hoy en el vientre de María, un bebé tan indefenso, pero lleno de la divinidad eterna, Dios mismo que ha querido bajar a la tierra por un abrazo tuyo y un abrazo mío.
Cuan grande es su amor por cada uno de nosotros, cuantas ansias por una mirada, por una caricia, por un beso, está a punto de nacer el que ha de dar su vida gozosamente para mi salvación y la de todo aquel que este dispuesto a amarle y a seguir sus mandamientos.
Inmenso es Su amor por mi que dejando su sitio en el cielo ha bajado dispuesto a derramar hasta la última gota de sangre para limpiar mis pecados, y no siendo suficiente, conociendo mi miseria y mi debilidad ha querido quedarse conmigo en la Eucaristía, su presencia real, completa. Dispuesto siempre a entrar en mi y acurrucarse en el pesebre de mi corazón, esperando cada minuto una visita en el sagrario, deseando escuchar un "te amo."
El Niño Jesús, Jesús en la cruz, Jesús Eucaristía...
El acto más grande de amor que nadie pueda imaginar.
Señor te pido me des la gracia de nunca alejarme de ti, enciende en este invierno la llama de tu amor en este corazón que quiere amarte para corresponder por lo menos un poco a ese océano inmenso de amor que tienes Tú por mi.

domingo, 14 de diciembre de 2014

GAUDETE





Creo en Ti Padre bueno. en esta mañana de invierno dispongo mi corazón para que entres en mi, te pido perdón por mis infidelidades y mi negligencia para contigo, no tengo voluntad suficiente para seguir tus mandatos, pero tu gracia me es suficiente para agradarte Señor. Por eso es que hoy simplemente me pongo en tu presencia para dejarme llenar por ti. Dios de amor.
Espero en Ti, Jesús amado, deseo vivir pegada a las heridas de tus pies, compartiendo contigo y haciendo tu voluntad. Llévame de tu mano por el camino que tu desees. Derrama tu sangre preciosa en mi y purifícame para ser digna de besar tus llagas.
Te amo Señor, con todo mi corazón. Enciende en mi éste corazón frío para que sea capaz de amar como a ti te agrada. 

Isaias 60, 1-2.

Levántate y resplandece, 
Jerusalén, que llega tu luz, 
la gloria del Señor sobre ti.
Es verdad que la tierra 
está cubierta de tinieblas 
y los pueblos de oscuridad,
pero sobre ti amanece el Señor 
y se manifiesta su gloria.

Que gran esperanza da el saber que en cada amanecer estás conmigo Señor, aunque los días parecen oscuros y la violencia resuena por doquier, la alegría de tu nacimiento resplandece como la estrella en Belén. La podemos ver de todos lados, desde el norte hasta el sur. Porque tú eres el Dios creador de todo cuanto existe y has querido por amor a mi y a mis hermanos iluminar nuestros pasos con tu Hijo  amado.
Luz de todas las naciones, alegría que da esperanza en este mundo lleno de pesimismo, las noticias hablan de guerra, pobreza, abusos, nos pintan un futuro aterrador. Pero quien confiar en ti no entristece, porque tiene la seguridad de tu gloria.
Permite Señor que no deje de admirar  cada día la grandeza de las rosas, el cantar de los pájaros, el aroma del jazmín, que en cada persona descubra una oportunidad para estar más cerca de ti. 

Ayúdame Señor a vivir con la alegría que viva María Nuestra Madre, esa alegría que le daba el vivir tan cerca de ti. 

viernes, 12 de diciembre de 2014

PPOSTURAS Y GESTOS CORPORALES EN LA MISA


Liturgia en la Misa

En la celebración de la Misa levantamos nuestros corazones, nuestras mentes y nuestras voces a Dios, pero somos criaturas compuestas tanto de cuerpo como de alma y es por esto que nuestra oración no está confinada a nuestras mentes, a nuestros corazones y a nuestras voces, sino que también se expresa en nuestro cuerpo. Cuando nuestro cuerpo participa en nuestra oración, rezamos con toda nuestra persona, como espíritus personificados tal como Dios nos creó. Este compromiso de todo nuestro ser en oración nos ayuda a orar con una mejor atención.


Durante la Misa asumimos diferentes posturas corporales: nos ponemos de pie, nos ponemos de rodillas, nos sentamos y también somos invitados, a realizar una serie de gestos. Estas posturas y gestos corporales no son meramente ceremoniales. Tienen un significado profundo, así, cuando se realizan con comprensión, pueden realzar nuestra participación personal en la Misa. De hecho, estas acciones representan la manera en que comprometemos nuestro cuerpo en la oración, que es la Misa.

Cada postura corporal que asumimos en la Misa enfatiza y refuerza el significado de la acción en la que estamos participando en ese momento en nuestro culto.

Ponernos de pie es un signo de respeto y honor, así que nos ponemos de pie cuando el celebrante, en representación de Cristo, entra y sale de la asamblea.

Desde los inicios de la Iglesia, esta postura corporal ha sido interpretada como una postura de aquellas personas elevadas con Cristo y que están en la búsqueda de cosas superiores.

Cuando nos ponemos de pie para la oración, asumimos nuestra estatura completa ante Dios, no con orgullo, sino con una humilde gratitud por las cosas maravillosas que Dios ha hecho al crearnos y redimirnos. Por medio del Bautismo, se nos ha dado a compartir una parte de la vida de Dios y la posición de pie es un reconocimiento de este don maravilloso.

Nos ponemos de pie para escuchar el Evangelio, la cúspide de la revelación, las palabras y las escrituras del Señor y los obispos de los Estados Unidos han elegido la posición de pie como la postura que se debe observar en este país para la recepción de la Comunión, el sacramento que nos une de la manera más profunda posible con Cristo quien, ahora gloriosamente resucitado de entre los muertos, es la causa de nuestra salvación.

En los inicios de la Iglesia, la postura de rodillas simbolizaba la penitencia: ¡la consciencia del pecado nos derrumba!

La postura de rodillas estaba tan íntegramente identificada con la penitencia que a los antiguos cristianos se le prohibía arrodillarse los domingos y durante la Semana Santa, en que el espíritu prevalecedor de la liturgia era de gozo y acción de gracias.

Durante la Edad Media, la posición de rodillas significaba que un vasallo le rendía homenaje a su amo. Más recientemente, esta postura ha venido a significar adoración. Es por esta razón que los obispos de este país han elegido la posición de rodillas para que se ponga en práctica durante toda la Plegaria Eucarística.

La posición sentada es para escuchar y meditar, de esta forma, la congregación toma asiento durante las lecturas previas al Evangelio y puede, del mismo modo, sentarse durante el período de meditación que le sigue a la Comunión.

Los gestos también comprometen a nuestro cuerpo en la oración. Uno de los gestos más comunes es la Señal de la Cruz, con la que damos inicio a la Misa, y con la que, en la forma de una bendición, ésta concluye.

Ya que debido a Su muerte en la cruz, Cristo redimió a la humanidad, nos hacemos la señal de la cruz en nuestra frente, labios y corazones al inicio del Evangelio. Sobre este tema, el Reverendo Padre Romano Guardini, un erudito y profesor de liturgia, escribió lo siguiente:

Cuando nos hagamos la señal de la cruz, que ésta sea una verdadera señal de la cruz. En lugar de un gesto menudo y apretado que no proporciona ninguna noción acerca de su significado; hagamos, en vez, una gran señal, sin nigún apuro, que empiece desde la frente hasta nuestro pecho, de hombro a hombro, sintiendo conscientemente cómo incluye a todo nuestro ser, nuestra mente, nuestra actitud, nuestro cuerpo y nuestra alma, cada una de nuestras partes en un solo momento, cómo nos consagra y nos santifica ...(Señales Sagradas, 1927).

Sin embargo, existen otros gestos corporales que intensifican nuestra oración en la Misa. Durante el "Yo Confieso", la acción de golpear nuestro pecho en el momento de formular las palabras "por mi culpa" puede fortalecernos y hacernos más conscientes de que nuestro pecado es por nuestra culpa.

En el Credo, estamos invitados a hacer una venia en el momento de formular las palabras que conmemoran la Encarnación: "fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen y se hizo hombre".

Este gesto significa nuestro profundo respeto y gratitud a Cristo quien, por medio de Dios, no dudó ningún momento en venir entre nosotros como un ser humano y compartir nuestra condición humana para salvarnos del pecado y restablecer nuestra amistad con Dios. Esta gratitud se expresa aún con una mayor solemnidad durante la Fiesta de la Anunciación del Señor y en la Navidad, en que hacemos una venia cuando escuchamos estas palabras.

Nos ponemos de pie como familia de Dios, establecida como tal por el Espíritu de adopción. En la plenitud de ese mismo Espíritu, invocamos a Dios como Padre. Después del Padrenuestro viene el Saludo de la Paz, gesto mediante el cual expresamos por medio de un apretón de manos y el saludo de la paz que lo acompaña, que estamos en paz con nosotros mismos y que no guardamos enemistad.

Este intercambio es simbólico. Compartir la paz con las personas a nuestro alrededor representa para nosotros y para ellos la totalidad de la comunidad de la Iglesia y de toda la humanidad.

Por último, en la nueva Instrucción General, se nos pide que hagamos una señal de reverencia, a ser determinada por los obispos de cada país o región, antes de recibir de pie la Comunión. Los obispos de este país han determinado que la señal que ofreceremos antes de la Comunión será una venia, un gesto por medio del cual expresamos nuestra reverencia y honramos a Cristo, quien viene a nosotros como alimento espiritual.

Además de servir como un medio en la oración de los seres compuestos de cuerpo y alma, las posturas y los gestos corporales que hacemos en la Misa cumplen otra función muy importante. La Iglesia ve en estas posturas y gestos corporales comunes tanto un símbolo de unidad de aquellos que han venido a reunirse para rendir culto como un medio para afianzar dicha unidad.

No estamos libres de cambiar estas posturas de acuerdo a nuestra propia piedad, ya que la Iglesia deja bien claro que nuestra unidad en las posturas y gestos corporales son una expresión de nuestra participación en un Cuerpo formado por las personas bautizadas con Cristo, nuestra cabeza.

Cuando nos ponemos de pie, cuando nos arrodillamos, cuando nos sentamos, cuando hacemos una venia y lo mismo cuando hacemos una señal como una acción en común, atestiguamos sin ambigüedad que somos en verdad el Cuerpo de Cristo, unidos en el corazón, la mente y el espíritu.


Committee on the Liturgy
United States Conference of Catholic Bishops





 

viernes, 5 de diciembre de 2014

MI PESEBRE




En días pasados al estar preparando los programas de apologética, me vuelve a llamar la atención la fe, ¿Qué es la fe? Pues no es sino creer en eso que mi pequeña razón no alcanza a entender. Pero lo creo, creo que estás aquí Dios mío, Padre creador de todo cuanto existe, Dios todopoderoso, si Señor sé que estás aquí conmigo, Tú Dios y yo una simple creatura amada por Ti.
Espero en Ti, Jesús amado. Confío en Ti, Tú has querido con toda tu divinidad venir a esté mundo para enseñarme como debo vivir, para enseñarme que lo importante no es simplemente cumplir mis deberes sino he de cumplirlos con amor y por amor a Ti.
Te amo Señor con todo mi ser, te pido que enciendas mi corazón para que te ame cada día más, purifícame, haz que vea como Tú, que hable palabras que edifiquen, que todas las acciones que haga sean de tu agrado. Permíteme pintar una sonrisa en tus labios.

Estamos viviendo el adviento, tiempo de espera, esperando el día de Tu llegada. Pero ¿con qué actitud estoy esperando? ¿Será que estoy en la espera exigente, creyendo que merezco algo? ¿estaré en un estado de conformismo dejando solamente dejar pasar el tiempo? ¿Tengo la conciencia de lo que espero? ¿A quién espero?

Lc 2, 6
Mientras estaban en Belén le llegó a María el tiempo de parto, y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre.

Sí, te hiciste hombre como yo, en un pesebre estuviste recostado, el lugar en donde comen los animales. No había nada mejor para Ti, el Dios salvador de la humanidad.
¿Qué puedo hacer yo hoy? En este adviento, te pido Señor me des la gracia de preparar un pesebre digno para ti, un lugar en donde te puedas sentir acogido, amado.
Ayúdame a limpiar mi alma, purifícala de todo lo que pueda lastimar, no quiero ser esa paja seca que esta en el pesebre lastimando tu delicado cuerpo de bebé.
Hazme un pesebre que dé calor, borra de mi todo rencor, enséñame a ser misericordiosa como Tú. Dame un corazón transparente que pueda servir de pesebre a mis hermanos, que no tenga dobleces, ni intereses propios.
Necesito de Ti, Jesús. Ya no quiero verme a mi, quiero vivir al servicio de los demás a semejanza tuya.
En este adviento he de preparar mi corazón principalmente con la oración, quiero hablar más contigo, tengo la necesidad de hablar con ese Niño que ha venido a dar su vida por mi. Quiero conocerte y ¿cómo ha de ser eso si no hablo contigo?, perseverancia en la oración, conocerte para amarte más cada día.
Y con ese amor que nace de Tú corazón, hacer tu santa voluntad.
Te entrego mi corazón para que sea tu pesebre, para que hagas lo que Tú quieras en él. Y te acojo Señor en tu Palabra y en la Eucaristía.

Si no naces en mi corazón, NO hay navidad Señor.

jueves, 4 de diciembre de 2014

ORACIÓN A LAS MUJERES EN MISIÓN



Gálatas 2:20 Con Cristo estoy juntamente crucificado y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí, y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del hijo de Dios, el cual me amó y se entrego a sí mismo por mí.
Padre de amor! te damos gracias por crearnos mujeres, por pensarnos  para  colaborar en el milagro  que es la  vida,  don  donde  a diario manifiestas  tu ser  omnipotente, Tú Señor! que  tomas como  sagrarios nuestros  vientres para recrear el milagro del amor, impregnas de perfume nuestras entrañas donde por  meses acunamos lo más frágil de tu creación, tanto nos amas que te  complaciste en una mujer…. para Madre llamarle!!.
María…mujer perfecta, ejemplo de lo que es ser Mujer,  tú que experimentaste  lo que es   fundir un  alma  en un latir del corazón, Tú testigo de  la alianza  sublime de amor,  nunca nos  dejes caminando solas  en un mundo incierto, donde los afanes de la vida puedan perdernos, sé María  nuestra guía , que cada mujer descubra cual es su misión al contemplar tu vida y obras, danos  voz de  paz entre los pueblos, brazos cálidos que formen hombres y mujeres con sueños puros, tolerancia en las diferencias, permítenos simplemente  ser  como tú, suave brisa que llegue cuando todo se turbe, roble en las pruebas, alegría en el hogar, reservada, observadora e intérprete del silencio, sencillamente enséñanos a perdernos en el Señor.
María ejemplo de hija, esposa y madre,  sierva  fiel y  humilde de corazón enséñanos  a  acariciar como tú, a consolar como tú, a escuchar, disfrutar y dar gracias como tú.
Hoy tu hijo nos llama a seguirle, descansa su confianza en nuestros humildes labios para  llevar su palabra,  responsabilidad preciosa que nos hace siervas del Señor, hoy esa es  nuestra misión.
Por lo que Señor pedimos ser pequeñas ante los demás, puras a tus ojos y  fieles a tus deseos,  si algún día el cansancio nos alcanza renueva nuestras fuerzas,  si la duda llega envíanos tu Espíritu Santo, que la sabiduría de tus escrituras se aniden en nuestros corazones y recuérdanos  amado Padre que Tú  nos has llamado para ser mujeres en misión.

 Rocío Rio.

lunes, 1 de diciembre de 2014


San Juan Diego nació en 1474 en el "calpulli" de Tlayacac en Cuauhtitlán, México, establecido en 1168 por la tribu nahua y conquistado por el jefe Azteca Axayacatl en 1467. Cuando nació recibió el nombre de Cuauhtlatoatzin, que quiere decir "el que habla como águila" o "águila que habla".Juan Diego perteneció a la más numerosa y baja clase del Imperio Azteca, sin llegar a ser esclavo. Se dedicó a trabajar la tierra y fabricar matas las que luego vendía. Poseía un terreno en el que construyó una pequeña vivienda. Contrajo matrimonio con una nativa pero no tuvo hijos.
Entre 1524 y 1525 se convierte al cristianismo y fue bautizado junto a su esposa, él recibió el nombre de Juan Diego y ella el de María Lucía. Fueron bautizados por el misionero franciscano Fray Toribio de Benavente, llamado por los indios "Motolinia" o " el pobre".
Antes de su conversión Juan Diego ya era un hombre piadoso y religioso. Era muy reservado y de carácter místico, le gustaba el silencio y solía caminar desde su poblado hasta Tenochtitlán, a 20 kilómetros de distancia, para recibir instrucción religiosa.Su esposa María Lucía falleció en 1529. En ese momento Juan Diego se fue a vivir con su tío Juan Bernardino en Tolpetlac, a sólo 14 kilómetros de la iglesia de Tlatilolco, Tenochtitlán. Durante una de sus caminatas camino a Tenochtitlán, que solían durar tres horas a través de montañas y poblados, ocurre la primera aparición de Nuestra Señora, en el lugar ahora conocido como "Capilla del Cerrito", donde la Virgen María le habló en su idioma, el náhuatl.
Juan Diego tenía 57 años en el momento de las apariciones, ciertamente una edad avanzada en un lugar y época donde la expectativa de vida masculina apenas sobrepasaba los 40 años.Luego del milagro de Guadalupe Juan Diego fue a vivir a un pequeño cuarto pegado a la capilla que alojaba la santa imagen, tras dejar todas sus pertenencias a su tío Juan Bernardino. Pasó el resto de su vida dedicado a la difusión del relato de las apariciones entre la gente de su pueblo.
Murió el 30 de mayo de 1548, a la edad de 74 años.Juan Diego fue beatificado en abril de 1990 por el Papa Juan Pablo II.
Fue canonizado el 31 de julio de 2002 por Juan Pablo II, quien viajó a Ciudad de México para presidir la ceremonia.

EL PESEBRE

EL PESEBRE

El pesebre nos muestra el comienzo de la vida de nuestro Señor en el mundo, mas bien fuera del mundo, rechazado desde que llegó, y Su historia comienza fuera del mesón, Lucas 2:7, lo cual era un símbolo de lo que sería también Su muerte en la Cruz, fuera del otro mesón, del espiritual, fuera del templo de Jerusalén. Pero hay otro mesón donde Cristo está a la puerta y llama para entrar en él, si se Le abre, claro, el mesón de nuestro corazón.
El mundo no recibió al Señor, pero Él nos invita a Su casa, a la del Rey, la casa de Dios nuestro Padre. Cristo es consecuente con su propia enseñanza desde que viene al mundo y pone la otra mejilla, la del recibimiento y la acogida, siendo hospedador, pero a la manera de un Rey, el Rey de reyes, quien nos trata como a reyes: ...voy, pues, a preparar lugar para vosotros... ...en la casa de mi Padre muchas moradas hay... Evangelio de Juan 14.
El pesebre tiene dos significados comúnmente usados, se refiere tanto al lugar o especie de establo como a un recipiente hecho de piedra en el que se pone la comida del rebaño. Jesús se denomina a Si mismo nuestro Pan del cielo, ese Pan nuestro de cada día que en la famosa oración pedimos nos sea dado hoy, es decir el Alimento de Su rebaño, la Iglesia, sí, Él mismo como lo dice Su Palabra, es el Pan vivo, la Palabra viva de la que nos alimentamos cada día "Yo soy el pan de vida". Por lo tanto hay que acostumbrase a ir al pesebre cada día a comer de Cristo, a comer de la Biblia, para que nuestro espíritu no muera de hambre. Esta es la comida que habremos de compartir cada día con nuestro prójimo. Porque el Maestro ya nos enseñó que hay otra comida que hemos que comer, cuando estaba con la Samaritana y los discípulos le trajeron de comer; se refería a hacer la voluntad del Padre. La voluntad de Dios y esa voluntad está en Su Palabra, Su Hijo Jesucristo.
Desde que Cristo nace en el pesebre de nuestra alma, Dios no encuentra un trono de oro sino un lugar no digno de Él, donde reina el yo, pero donde precisamente por invitarle cada uno de nosotros en una oración personal e íntima, entra para hacer una nueva creación, sí, en nuestra propia alma, pues nunca más volvemos a ser lo que éramos antes de nacer de nuevo, y qué felicidad y paz celestial trae Él a nuestras vidas.
Que valiente y humilde ha sido nuestro Dios, que gran ejemplo de compañerismo, de amor piadoso y amigable, entrañable, majestuoso y omnisciente Su forma de amarnos, viniendo a este mundo, a un mundo enemigo de Él, que le había arrebatado a Su esposa, la que el Padre le dio, y por la que Él decidió dar Su vida. Que gran noticia para cada uno de nosotros, y para todos en unidad, que Él haya venido a este pesebre de nuestras almas.