La Eucaristía constituye verdaderamente la invención suprema del corazón de Cristo, que ha puesto su omnipotencia al servicio de su amor. Cristo, más y mejor que todos los enamorados del mundo, ha querido tener contacto personal, directo, inaudito, con todos los miembros de la Iglesia, la Esposa a quien ama con locura.
Es impresionante darme cuenta del gran amor de ese Niño, ese bebé que está hoy en el vientre de María, un bebé tan indefenso, pero lleno de la divinidad eterna, Dios mismo que ha querido bajar a la tierra por un abrazo tuyo y un abrazo mío.
Cuan grande es su amor por cada uno de nosotros, cuantas ansias por una mirada, por una caricia, por un beso, está a punto de nacer el que ha de dar su vida gozosamente para mi salvación y la de todo aquel que este dispuesto a amarle y a seguir sus mandamientos.
Inmenso es Su amor por mi que dejando su sitio en el cielo ha bajado dispuesto a derramar hasta la última gota de sangre para limpiar mis pecados, y no siendo suficiente, conociendo mi miseria y mi debilidad ha querido quedarse conmigo en la Eucaristía, su presencia real, completa. Dispuesto siempre a entrar en mi y acurrucarse en el pesebre de mi corazón, esperando cada minuto una visita en el sagrario, deseando escuchar un "te amo."
El Niño Jesús, Jesús en la cruz, Jesús Eucaristía...
El acto más grande de amor que nadie pueda imaginar.
Señor te pido me des la gracia de nunca alejarme de ti, enciende en este invierno la llama de tu amor en este corazón que quiere amarte para corresponder por lo menos un poco a ese océano inmenso de amor que tienes Tú por mi.
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